martes, 10 de diciembre de 2013

Marcadas a fuego.

Hasta hace bien poco, pensé que la unica forma de cerrar puertas era quemando puentes. Hacerlos volar en mil pedazos para evitar volver a cruzarlos. Pero ahí quedan los restos como ocurre con el fuego; siempre quedan las brasas de la gran hoguera.

Pues bien, hay personas que quedan marcadas a fuego en nuestra piel y volverlas a tocar, aunque sólo sean pequeñas ascuas del gran incendio, pueden volver a consumirnos. Y vuelven a prender como antes. Ni el agua fría los apaga, ni la arena poniendo distancia las tuercen de su camino.

Se evita aquello que sabemos que es malo para nosotros, que intuímos nos va a hacer daño, que ya nos lo ha hecho... Y a su vez no podemos dejar de contemplarlo como si estuviéramos hipnotizados, esperando que en cualquier momento muestre un hecho insólito, como esa llama azul que en muy raras ocasiones aparece.

He aquí la misma situacion de siempre. Procurando tener más pájaros en la cabeza que mariposas en el estómago. Intentando no destrozar el puente, simplemente cruzarlo de una vez y no retroceder.

Al que desea seguir el camino sin dejar huella. Es imposible.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Eco.

Se nota el cinismo en vena, el "para siempre" quedó atrás y la ilusión ya no es la misma. Ya no existe el sentimiento mutuo, ahora uno de los dos apostará más que el otro y tendrá el as de perder. Porque nunca un "adiós" tuvo tanto eco. Todavía perduran sus consecuencias en el tiempo y en las personas. Ese primer amor; ciego, arrollador, energético, puro, simple y pasional. 

Y también pienso en la armadura que nos ponemos encima para protegernos. Porque nunca un "adiós" tuvo tanto eco. Evitamos que vuelva a doler de la misma manera y sin quererlo, nos volvemos racionalistas con los sentimientos. Ya no los dejamos escapar, los atamos bien en corto para evitar que puedan tirar de nosotros, como si fueran perros.

Y viene a mi cabeza a su vez la contraposición a la defensa. Dejar que una nueva persona sea capaz de entrar donde ya hubo alguien antes. Con miedo ante la posible huida, pero lo más importante son las fuerzas que se tengan para volverlo a intentar. No será lo mismo, no será la misma persona, no serás las mismas circunstancias, pero se intenta. Porque nunca un "adiós" tuvo tanto eco pero evitamos escucharlo, hasta que la onda expansiva se aleje de nosotros.

Que no se diga que no se intenta.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Tu talón de Aquiles.

Todo el mundo ha hecho algún que otro desquite, pero hay que saber cuál es el límite entre estar dentro de la frontera y cruzarla.

Hay personas que te pueden pedir explicaciones, pero la primera de todas ellas debe ser tu conciencia en todo momento. Poder dormir con ella, saber que estás haciéndolo bien y que nadie puede hacerte cambiar de opinión, por mucho que lo intenten.

Pero hay momentos en que te dan por completo en tu talón de Aquiles, te hacen caer, te nublan la mente dejándote tan sólo con la rabia que canaliza todos tus pensamientos.

Y ya caes con el equipo completo. Por falso orgullo, por demostrar que no pueden hacerte caer, por despecho.

A veces olvidamos que las cosas tienen su motivo en nosotros mismos, que no hay que convencer a nadie, que somos la única persona a la cual hay que demostrar el por qué de todo lo que hagamos en esta vida.

Por intentar aparentar algo de lo que todavía no estás seguro, de algo que no ha merecido todavía su tiempo en ser curado, de parecer ser fuerte ante el resto de la gente cuando sabes que todavía no lo eres.

Al que intente aparentar, nunca demuestres algo de lo que careces.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Las ganas que tenía de saciar tus vacías mitades.

Tomas cualquier bebida que contenga azúcar menos café. Tal vez todo ese azúcar que te falta en tu día a día. Creíste en el amor cuando sólo era ilusión, capricho o necesidad. Y ahora, tras lo que yo he considerado tu muerte, te niegas a resucitar. Te has vuelto un cínico en cuanto a los sentimientos. Me sonríes y te ríes sin motivos y otras tantas sin ganas, y esa forma de hacerlo me hace saber dónde tienes la herida. Tal vez a mi lado pretendías huir.

Hacías el amor sin llegar a tocarme, pero quemándome por dentro. Sin apenas caricias, sin apenas delicadeza, mirando a otro lado o cerrando los ojos mientras yo no apartaba la mirada de ti. No sé si queriendo o no, pero has sabido llevar el juego a tu terreno, haciéndome sentir el visitante acobardado. ¿Qué te llevó a desechar al resto del mundo?. ¿Y a dejar de sentir?.

Diste pie a que mi cabeza fuera el escenario de una gran película, diste motivos, razones e ilusiones. Mostraste el salvavidas que tanto necesitaba y después me lo apartaste de la vista, tras haber vuelto a saltar al precipicio por ti.

Cada mes contigo, cada semana, cada hora, cada minuto, cada segundo se hacía más tarde para poder llegar a ti. Pero jamás se puede entrar donde no te abren la puerta, y colarme nunca ha sido muy propio de mi.

Pienso que hubo un momento, una persona mejor dicho, con la que no fuiste así.

Sólo te diré una cosa más. Ojalá hubieras podido reconocer en todos mis detalles las ganas que tenía de saciar tus vacías mitades. 


martes, 19 de noviembre de 2013

Como siempre por separado.

Hay cosas que caen por su propio peso. Pero también las hay que caen porque se encuentran vacías de contenido, de sentido, que no tienen ni forma definida.

Yo me he tragado palabras y tu no querías decirlas. Ha sido un ultimátum silencioso. Sin decir algo que nos hiera, sin apenas miradas, sin ni siquiera rozar el tema. Ha sido un punto y a parte sin lágrimas mostradas pero tampoco sin sonrisas compartidas, como han sido todas las veces que hemos estado juntos. Y ahora cómo no. Siempre tarde y mal en mi. Yo, con un nudo en el estómago, con rabia contenida y con ganas de llorar.

Tal vez sentí yo por los dos, tal vez yo me cansé de hablar, tal vez yo no supe pararlo a tiempo. Tal vez ha sido la más amarga para mi, aunque ha sido igual que todas las despedidas. Con la siempre falsa promesa de volver a vernos, con el típico "adiós" con la boca pequeña, sin nada que poder reprochar algún día, sin nada agradable que poder recordar. Me cansé hace tiempo de esto y no te lo dije. Hoy no quedamos en empate, al final siempre alguno de los dos pierde más de lo que esperaba, y esta vez me ha tocado a mi.

Tal vez tu tan frío como siempre, tal vez tu tan callado como siempre, tal vez tu tan tú como eres siempre. Yo sin poder haberte cambiado nada de eso y tu habiéndome cambiado tanto sin querer.

Lo bueno de todo esto es que al fin ya nos hemos demostrado que no nos une nada, como siempre por separado.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Cuesta abajo y sin frenos.

Es extraño ver como los tópicos, los postulados, y la razón se dejan de lado. Llevamos la lógica al trabajo, a los estudios, a los consejos que damos como si fuéramos Dios, Buda o Alá. Pero en cuanto juegan los sentimientos, y más las personas que han llegado a traspasar nuestras barreras, dejamos de ser claros y coherentes.

Todo el mundo ha hecho mil y una estupideces, ha aparcado su timidez, se ha arrastrado, se ha humillado, ha dejado a un lado algo muy importante por sacar una sonrisa a alguien, por intentar mantenerla a su lado, por simplemente verla y tenerla cara a cara, aunque sólo fuera por unos minutos.

Me he levantado a horas en las que no estaban puestas ni las calles por coger un tren, he llamado a las 6 de la mañana sólo por escuchar a alguien al otro lado del teléfono, he corrido por las calles cual loca, he bebido whisky sólo para que esa persona al día siguiente no se arrepintiera de habérsela tomado. No he asistido a algunas clases sólo por abrazar a alguien,  he dejado plantada a otra persona por un vuelco en el estómago al leer un mesaje en el que ponía "te necesito".

Y no me arrepiento de nada. Lo hecho ahí queda. Soy de las que se ilusiona muy rápido. Demasiado. De las que se pone la venda en los ojos y dejo que la otra persona conduzca, aunque puede que me estrelle.

He ido cuesta abajo y sin frenos unas cuantas veces, me he dado contra la pared por haberlo hecho, pero siempre viene a mi cabeza el: "pero, ¿y los buenos momentos que has pasado, qué?". Por eso, aunque no se siga el discurso categórico de lo que está bien o mal, lo que se debe hacer y lo que no, todo el mundo debería aplicarse la misma frase: "que nos quiten lo bailao". Si has reído, si te has olvidado del resto de problemas por un sólo segundo... Ha valido la pena. Aunque sólo sea para tachar a esa persona hasta la siguiente vez que se te ponga en mitad del camino o decir que has aprendido del error, aunque esté en tus genes volvértela a pegar hasta que aparezca esa persona que en vez de dejarte en la cuneta, intente mantenerte a salvo.

viernes, 8 de noviembre de 2013

7 días sin Whatsaap.

Hace tres semanas, una amiga mía me llamó (no me escribió por Whatsaap, cosa que me sorprendió mucho) y tuve que salir corriendo de la biblioteca en la que me encontraba. La gente me miró extrañada, hace mucho que no se ven en esos sitios donde hay que estar en silencio o en las discotecas donde no se puede oír nada que no sea la música, gente que salga corriendo para poder hablar por teléfono.

Una llamada ahora mismo lo considero como un: "rápido, tengo tanta prisa o es tan urgente que no te lo puedo escribir por un chat. ¡Te necesito ya!." Por eso, esperaba una gran noticia o un suceso muy importante. Después de la típica conversación "hola, ¿qué tal?, ¿te pillo en mal momento?" vino lo que había predicho. Me contó algo importante. Estaba haciendo su Tesis Doctoral y necesitaba gente para poder llevarlo a cabo. Su trabajo consiste, resumidamente, en la influencia de las redes sociales e instrumentos informáticos y de comunicación en nuestra vida diaria. Al principio pensé que sería una encuesta sólamente, pero me asignó un papel (y además de gran peso) en su trabajo.

Debía estar una semana entera sin Whatsaap. Me dijo que, a parte del hecho de estar sin poder usarlo (no poder cerrar la aplicación), debía escribir una especie de diario, controlar los mensajes que llegaban a mi móvil y lo más importante; el nivel de estrés que iba a experimentar o mis cambios de humor al no poder comunicarme a través de él.
Me dio tiempo para pensar si accedía o no a ser su cobaya por una semana. Al principio pensé que podría buscarse a otra persona (siento ser tan borde a veces) pero después me sucedieron cosas y hubo momentos por los que consideré su propuesta y lo hice. Amigas que no dejan el móvil ni para comer, que notan la vibración de su móvil entre cinco capas de ropa o que esperan la iluminación de su móvil como agua de mayo mientras estudian.

Me hizo gracia al pensar que sería como el programa "21 días" de Samanta Villar. Yo iba a vivir sin Whatsaap durante una semana.

Además de las obligaciones de no mirar el chat, aparecer desconectada (ya que supervisaría mi hora de desconexión) y anotar cada día los efectos de no poder utilizarlo, introdujo una nueva cláusula al pacto: no debía decir por qué no usaba la aplicación para ella poder analizar los cambios que se pudieran producir en mi relación con las personas que habitualmente me escriben y el efecto que tendría en otras personas el no poder comunicarse conmigo a través de la aplicación.

De todas formas, acepté. Sabría que iba a ser un reto al fin y al cabo para mi. Podría comunicarme mediante llamadas, sms y todas las redes sociales que tengo salvo Whatsaap.

Y qué cambio.

Pensé que conmigo no iba a tener problemas, no soy una persona que viva pendiente de su móvil constantemente, pero pronto apareció la sensación de culpa al no poder contestar y más rápido aparecieron los primeros sms con la misma frase: "no te va whatsaap o que?" y el "te has muerto o que?". Me hizo gracia pensar que por sólo no tener una aplicación la gente piensa que has desaparecido del mapa.
Esta semana he disfrutado más de los cafés para ponerse al día, de las llamadas y sobre todo, de no tener que llevar mi móvil a todas partes para poder comunicarme. Las horas de estudio me han cundido, la hora de irme a la cama también ha cambiado, antes me podían dar las 2 de la mañana perfectamente y esta semana he conseguido dormirme algunos días más pronto. Algunas amigas mías se han enfadado al no contestarles, espero que ahora no me maten al saber por qué no lo hacía.

En resumen, ahora me toca leer más de 1000 mensajes acumulados durante estos 7 días. Si mi móvil lo ha soportado, creo que yo también podré.

P.D.: No viene nada mal de vez en cuando desengancharse del móvil. Disfrutas más de una canversación cuando es real, y no al tener que dejarte los dedos para poder contestar a tiempo.

domingo, 13 de octubre de 2013

De mi para vosotros.

Creo que ya tocaba decirlo.

Hay personas que han estado en las malas, en las peores y en mis auténticos fracasos y es con ellas con las que comparto las buenas, las mejores y mis mayores alegrías. Yo tengo la suerte de poder contar a esas personas con los dedos no con una mano, sino con ambas. Cada una es diferente y no habrá ninguna de ellas que sea mi homóloga. Chocamos muchas veces pero eso no es nada en comparación con todas las veces en las que estamos de acuerdo.

Todos ellos son muy suyos, de su padre y de su madre. Más extrovertidos que yo, menos habladores o con más o menos carácter. Pero lo que las une es su sinceridad, la confianza y el aprecio que las tengo. Me conocen bien y saben cómo hacerme sonreír, qué tienen que hacer si estoy enfadada o cómo consolarme si me da por llorar. Saben mis gustos respecto a todo y nunca fallan ni en mi talla de ropa ni en las películas que me gustan. Conocen mis debilidades y saben mi forma de ser y predicen mi forma de reacción ante las situaciones. Para ellos soy como un libro abierto y me siento orgullosa de decir que ellos han rellenado gran parte de las hojas que lo componen.

Hay gente que tiene amigos. Yo tengo a mi lado personas que no se merecen que las llame amigos, porque son más que eso.

De mi para vosotros. Aunque no digo muy a menudo cuánto os quiero, sabéis que lo siento.

jueves, 10 de octubre de 2013

Tres minutos y veintiocho segundos

Mi iPod sin quererlo, más que de canciones está lleno de recuerdos.

Cada estribillo es una frase que ha tenido su momento y cada vez que lo escucho, me transporta a un lugar y un tiempo determinado y por eso no quito ninguna de sus doscientas cincuenta y cuatro pistas, sólo aumentan cuando hay algo que de vedad merezca la pena no ser olvidado.

Hay días de playa, noches de fiesta, conciertos, tardes enteras o simplemente tres minutos y veintiocho segundos que permanecen en mi mente al ser la banda sonora de algún cruce de miradas sin conversación de por medio. Hay personas, aquellas que son importantes para mi o que lo han sido en algún instante o me han descubierto esa canción.

Tanto rock como baladas. Lentas o de esas que te dan ganas de gritar. Con las que se te escapa una lágrima o te echas a reír. También hay grabaciones de voz que se han colado y cuando las oigo sonrío.

Al que tiene un baúl de recuerdos. No lo pierdas. Nunca sabrás cuando vas a necesitar echar la vista atrás, aunque sea con una melodía.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Entre ceja y ceja.

Seguramente no hayas notado tu cabeza hasta que has intentado erguirte en la cama y has empezado el domingo sin esa taza café y tostadas recién hechas. Con los periódicos y los suplementos esparcidos por la mesa del comedor. Te puedo imaginar desfilando por el pasillo de tu casa con el albornoz puesto, con resaca, temblando y no creo que de frío. Con la necesidad de llevarte a la boca aunque sean unas galletas para poder tomarte un ibuprofeno que te alivie ese mareo constante con el que tu cuerpo te quiere hacer ver que, después de la noche en la que te has creído el centro del universo, por la mañana la Tierra sigue girando y no cuenta contigo.

Te empiezas a acordar de algunos momentos que han pasado las últimas doce horas. Esas primeras cañas mientras ponías copas. Y la primera copa después de salir del bar. Esa primera copa que abrasaba la garganta y creías que estaba demasiado cargada. Esa segunda que entraba con más facilidad. Esa tercera en el bar en el que trabaja un amigo. Esa cuarta, esa quinta... Ha habido cigarrillos de por medio. Y risas. Sobre todo muchas risas. Gritos por las calles, amigos, amigas. Conocidos, conocidas y, si haces memoria, ese desconocido que te empujó y te tiró la octava copa en la discoteca. Miras el móvil y ves mensajes, llamadas perdidas... Y piensas que creías haberte despedido de todo el mundo y les habías dicho que te ibas a casa. Pero tampoco te acuerdas del camino al portal. Ni de la última persona a la que escribiste.

Supongo que te lo pasarías bien.

Ahora, déjame que te cuente.

Mientras tu único deseo era ver el culo del vaso (y algún culo más, sin fijarte en la chica que cayera anoche de cuello para arriba) yo disfruté cenando en compañía de amigos míos, riéndonos de anécdotas del verano, con la única preocupación de haber pedido demasiada comida. Me acosté mientras bebías tu quinta copa, después de ver unas cuantas películas y las intervenciones del amigo que siempre te acaba contando la historia. Y en esas típicas partes en las que no sucede nada interesante, pensé lo tonta que soy porque te tengo. Tonta, si. Porque te tengo pero entre ceja y ceja. Como un certero tiro, y no me puedo sacar la bala de la cabeza. 


Al que vuelve siempre que necesita instrucciones de vuelo aunque sean las ocho de la mañana y despliega sus alas al notar el viento otra vez a su favor. Será el tercer año de apoyo incondicional en lucha por llegar a la cima.

martes, 10 de septiembre de 2013

Todavía no.

Debería alegrarme por volver a ver a mis amigos tras dos meses fuera, de volver a mi cuarto y ver que las camisetas blancas ahora que estoy morena me quedan algo mejor que en junio, saber que todavía queda mucho tiempo hasta que toque los apuntes y que el verano no ha desaparecido. Pero no es así.

El frío en esta ciudad ha vuelto y hasta abril sé que no nos abandona. Veo los abrigos en el armario y viene la misma frase de todos los años a mi cabeza: "otro invierno más aquí". Es como si las pilas que he recargado se hubieran descargado a la misma velocidad que la distancia se acortaba en el viaje de vuelta.

Muchos de mis mejores amigos se van de Erasmus y, aunque me alegre por ellos, tengo envidia por ellos. Por lo menos hay algo bueno de todas estas despedidas; nos reencontraremos en algún aeropuerto de Francia, Bélgica, Italia, Polonia y Hungría. Cuánto dinero me va a tocar ahorrar para poder ir a todos esos lugares. Es lo malo de esta ciudad. Más de lo mismo. Los mismos bares, los mismos planes de fin de semana, la misma gente por las calles y la misma idea sobre lo bordes y secos que somos los vallisoletanos que hay que corregir a cada extranjero que se pasa por aqui.
Ya estoy contando los días para mi próxima escapada.

Vuelvo a partir de cero como el año pasado, con la idea de evitar los problemas y preocupaciones. Pero al igual que yo escapaba de ellos, parece que me esperaban sentados en el sofá de mi casa sin moverse y no entiendo por qué no han hecho como yo y han desaparecido. Y aquello que creía que estaba bien, resulta que ha aprovechado mi ausencia para ponerlo todo patas arriba y de paso también a mi.

Septiembre, no contaba contigo. Todavía no.


jueves, 25 de julio de 2013

Thanks.

Aunque no estoy al lado del mar, por lo menos me encuentro fuera de la ciudad. Se pueden ver las estrellas, esas que sólo se ven cuando no hay luces de edificios ni de farolas. Estoy rodeada por una sinfonía de insectos. Sólo le tengo pánico a las arañas, pero el ruido incesante de otros bichos me inquieta. Me gusta el campo, pero de día, cuando puedo saber al menos por dónde piso. El césped está cuidado, gran alivio para mi y gran trabajo para la persona que haya tenido que pasar la máquina ante una finca tan grande. Todavía huele a hierba recién cortada y en el aire se siente la humedad que deja el aspersor.

Echaba de menos estas noches de verano, las de copa en la mano, manta sobre los hombros y una buena conversación entre los labios. Pero no puedo evitar que algo interrumpa este momento. Si, el invento del demonio, el odiado, el asqueroso y bendito móvil. Porque más de una vez no ha faltando nada para lanzarlo y otras tantas para sentir el infarto al no encontrarlo. Hoy escribo desde mi maltratado móvil, porque he visto una imagen que no hace más que dar que pensar, en vez de disfrutar lo que iba a ser una cena tranquila y sin preocupaciones.

 De fondo suena la radio y la noticia del accidente de tren en Galicia. Eso sí que pone los pelos de punta. Creo que no puedo quejarme de nada si tengo lo más importante del mundo, que es la vida. No tengo derecho a escribir sobre mis extensas ideas, ni cuentos, ni escribir historias. Doy gracias por estar viva que es mucho decir. Por mi familia, por mis amigos, por ver todas las mañanas el desayuno en el salón. Aunque muchas personas no le den la importancia que se merece, al menos espero que consideren la idea de que no son eternos.

Ahora esa imagen cobra más vida que nunca. Creo que la próxima persona que me diga lo que siente por mi, ya sea bueno o malo, le daré las gracias. Porque al menos sabré que siente algo por mi, aunque sea odio, pero algo he despertado en esa persona.


Al que obvia lo más esencial; no des nada por seguro.

lunes, 22 de julio de 2013

Hijo pródigo.

La distancia que puse entre todo lo que han sido casi dos años de aventura ha comenzado a trazar una nueva ruta, aquella que siempre había estado ahí pero que, por mi egoísmo injustificado, llevaba bastante tiempo sin plantearme ni hacerle caso.

No ha sido una incoherencia conmigo misma, solamente quería probarme ante nuevas situaciones, y ya he visto que algunas cosas y personas no están hechas para mi. Quienes me conocen saben perfectamente como soy y han visto incrédulos cómo he podido llegar a cambiar en poco tiempo. Y el cambio en sentido inverso está siendo más rápido de lo que me esperaba.

 Tal vez era la única que no veía el muro al que me aproximaba, pero mi conciencia sigue sabiendo distinguir entre lo bueno de lo malo, y muchas veces me han dado las cuatro de la mañana sin poder dormir por su eterno sermón al que yo he intentado callar todo lo que he podido. Sigo sabiendo dónde se encuentra mi norte y mi sur, la gente que ha estado siempre a mi lado y todavía más después del gran cambio que di, porque sabían perfectamente que, al igual que las modas adolescentes, tarde o temprano volvería a mi "status quo".

Sé por qué cambié tanto, para todo hay una acción y tras él una reacción.

Sé que mi antigua versión me está esperando con los brazos abiertos, como el padre que espera en la puerta de casa a su hijo pródigo

Y sé que no hay culpables, aunque ahora si sé calar mejor que antes a las personas.



Al que ha pretendido dar un giro de ciento ochenta grados a su persona. Si no te gusta el cambio, siempre puedes volver.

martes, 2 de julio de 2013

"Si quieres encontrarme, ya sabes donde estoy."

No lo puedo evitar pero saber que en pocos días voy a alejarme de esta ciudad y de algunas personas me hace sentir bien, porque sé que la distancia va a ser una cura, la evasión de todos mis problemas y de evitar el fuego a tiempo. En casi dos meses no volveré por aquí y eso me tranquiliza. El verano pasado, por mucho que prometiese tomarme las cosas con más calma, apenas duró mi promesa unos días, por eso sé que este verano tocará sentarme en frente de mi misma y preguntarme cómo voy a conseguir lo que quiero. Las metas están fijadas, sólo espero encontrar la manera de llevarlas a cabo o si hay un cambio de propósitos, al menos sea para bien.

Por otra parte, aunque no me he ido, temo la vuelta. A saber qué me depara a su vuelta septiembre y los meses de frío, si va a ser el curso tranquilo que me propuse días como hoy hace un año o será lo mismo que este año que prefiero ni describirlo, porque han sido casi once meses que han dado para mucho y todavía no sé si para bien o para mal. Eso lo sabré al poner kilómetros de por medio y lo más importante, sabré quién estará dispuesto a  buscarme. Porque no huyo, ni desaparezco. Simplemente son vacaciones y descanso más emocional que físico.

Al que me encuentre. Después no te vayas.


miércoles, 26 de junio de 2013

Querido extraño.

Si, extraño. Para mi eres un completo desconocido aunque haya pasado tiempo y encuentros desde que nos conocimos. Sé tu nombre, tu edad, la carrera que estudias y cuatro cosas más pero que no tienen demasiada importancia. En todo este tiempo, creo que te he llegado a conocer más por tus silencios y hechos que por todo lo que me has contado, que ha sido bastante poco. Nuestras conversaciones se resumen en planes con nuestros respectivos amigos, en llevarnos la contraria en política y en preguntarnos que tal el día para esperar siempre un "bien" o un "hasta arriba de clases y trabajo". No sólo es el silencio que te envuelve (y me acaba envolviendo contigo), también es tu indiferencia. Ese poder estar con una persona y no involucrarte con ella. Porque ibas de bueno y resulta que eres el más malo de todos. Por otra parte está tu pasividad que me ha llegado a dominar a mi también. No sé como lo haces, pero tu tranquilidad es contagiosa como un bostezo. Tanto, que me he vuelto como tu al estar contigo. No sé si de forma voluntaria o no, pero al entrar en contacto contigo, es como si atravesara la esfera de la calma y el sueño me invade. Dejo de ser yo misma y me comporto como tu. Me da igual si me escuchas, si te vas o vienes, si me hablas de otras chicas o que estás demasiado ocupado con tus amigos para quedar. Ya me da igual. Porque como siempre tarde en mi, he comprendido que por muchos buenos momentos que haya, no hay razón para seguir con algo que a mi me quita el sueño muchas veces (como hoy, que estoy escribiendo ésto a las cuatro de la madrugada) y me hace sentir mal y a ti ni siquiera te ha despertado preocupación. Es por eso que, dado tu pasotismo, pasividad e indiferencia, me he dado cuenta que esto no es vivir, sino resistir. Y yo no soporto más. Porque he estado pendiente de tu remontada, de esperar algo que sé que nunca va a pasar como el hecho de que hables claro por una vez, pero sobre todo, de hacer como si no te conozco delante de la gente y a solas que falte tiempo para desvestirnos. Para ti. De mi. Basado en montañas rusas, complementos circustanciales y lobos. Por no decir que alguno más de mis escritos me han servido para desahogarme todo este tiempo y para ir acumulando razones para no saber qué hacer contigo.

jueves, 20 de junio de 2013

Caminar.

Hay que empezar a olvidarse de las medias naranjas, de esa persona igual a ti, de Jude Law en "The Holiday" y "Alfie", de Johnny Deep por mucho que cueste y de las historias de Federico Moccia y empezar a buscar a alguien con quien te guste dar un paseo.

Alguien con quien las colas del cine se hagan cortas, con la que sea poder hacer planes improvisados, con quien salir a tomar una, dos copas o las que caigan, o quedar cinco minutos en la plaza para hablar un rato y fumarse un pitillo de mientras. Pero sobre todo buscar a una persona con la que el camino a casa sea entretenido, los paseos en coche o en bici.

Porque la vida al fin y al cabo, es eso: un paseo. Al menos que caminar con alguien sea divertido.

Para la que queda conmigo en la Plaza Zorrilla a las nueve de la noche. Ya sea lloviendo, con frío o en pleno verano. Eres de las escasas compañías que me apetecen cada día.

sábado, 15 de junio de 2013

Y lo sabía.

Muchas veces se quedaba quieta mirando a un punto fijo sin apenas pestañear y no se percataba de todo lo que ocurría a su alrededor, o si le hablaban ni escuchaba. Podía ser por cansancio y sueño, pero también por la presencia inesperada de hechos y palabras que la descolocaban.

Cuando eso ocurría, le albergaba una sensación de frío y un nudo en el pecho. En su mente retumbaba su conciencia, la lógica que en ese momento intentaba hacerla entrar en razón. Pero ella estaba quieta, mirando al infinito y sin querer hace caso al resto del mundo. Se preguntaba una y mil veces cómo había llegado a ésto, en qué cabeza cabría aguantar el mal trago que siempre acompañaba a los buenos momentos.

"Porque siempre acaba habiendo algo bueno" pensaba. No necesitaba un chaleco salvavidas, porque él no la estaba rescatando de nada. Soportaba esa situación porque sabía que podía controlarla, como no pudo hacer con otras anteriores. Se estaba exponiendo poco a poco cuando se prometió no hacerlo más, porque siempre había pecado de confiada y a quien han hecho daño, teme que se lo vuelvan a hacer.

Había escogido a alguien poco apropiado, por no decir nulo, para desahogarse esta vez ante un hecho que la sobrepasaba. Y lo sabía. Su comprensión y apoyo brillaban por su ausencia. Era consciente de lo que podía esperar por mucho que la hubiera dicho que contase con él y se resumía en buenos ratos e intentar dar esquinazo a los problemas el tiempo que pasaba a su lado.

Él no buscaba más.
Ella había encontrado algo de paz con él.
Pero aunque para ella era insuficiente y esperaba algo más sabiendo que él no se lo iba a conceder, volvió a prometerse actuar como lo hacía él y esta vez lo cumpliría. No habría más confidencias, simplemente buenos momentos y silencio ante los problemas.



viernes, 7 de junio de 2013

A esa persona.

He conocido a una persona más por sus silencios y actos inconscientes que por sus palabras y hechos. A entenderla sin que ella se explique; sin dejarse ver por dentro y creo que no quiere que lo vean otros.

Es una persona que muestra su debilidad en su coraza y en sus ganas de evadirse y no pensar. Esa armadura de hierro que siempre lleva por debajo de la piel me hace dudar, pensar que para mi mantendrá la distancia, que sus temas de conversación seguirán siendo tan intrascendentes como las palabras que cruzas con un vecino en el ascensor, que su comportamiento seguirá siendo algo frío e indiferente y que las horas están contadas con ella. No sé a que sigo esperando.

Aunque no la conozco desde hace mucho tiempo, me parece que no es ni la sombra de lo que fue, que arrastra su historia desde hace demasiado y continuamente busca el olvido de esos recuerdos que lleva atados a los huesos o intentar revivir todo aquello con otros ojos y otra sonrisa.

Por un lado, siento alegría al pensar que todavía queda gente que ama sin límites y por el contrario, siento tristeza por todo lo que guarda y que se pueda identificar con las canciones de Andrés Suárez, como si su vida fuera un eterno domingo de lluvia.

A esa persona. 
No sé cómo te pudo hacer tanto daño. Y menos que lo consintieras.




Y que yo consienta contigo esta situación.

sábado, 25 de mayo de 2013

Sin respiro.

¿Quién no ha sido tentado alguna vez en no abandonar la cama hasta destrozarla?. ¿En dejar las sábanas a los pies del abatido colchón empapadas en sudor, la almohada en el suelo y con el único deseo de no dejar a la otra persona sin fuerzas para moverse?.

Empezar a base de caricias brutas, besos acelerados, mordiscos y algún que otro golpe que no sea fuerte, sino los preliminares de la batalla que está a punto de desatarse. Que no sea lento y dulce; que sea frenético y deje sin respiro. Que en ese momento apetezca jugar, vendarle los ojos, atarle las manos y que las tuyas hagan de las suyas.

Que no haya reloj, ni el resto del mundo. Que no haya prisas si no es en quitarle al otro la ropa.

Para el que a veces quiere algo más de desenfreno.

domingo, 19 de mayo de 2013

La gente de verdad.

"Estar rodeado de gente con ética, con principios... ¡Con vida! Que se preocupe tanto por ti como tu por ellos; esa es la gente de verdad".

Estas fueron las palabras que ayer se me quedaron grabadas a fuego. Las escuché como si el cantante las estuviera diciendo sólo para mi, como si conociera mi vida entera y quisiera decirme: "¿qué coño estás haciendo?, olvídate de los cabrones de turno y céntrate"

No pude dejar de darle vueltas a la frase, al sentido que adquiría en estos días esa simple frase. Pensé que esa lección de vida la tenía ya más que aprendida, pero el tiempo y las personas me han demostrado que hay que repasar a veces los conocimientos que se tienen y si de verdad los llevamos a la práctica.

Es curioso ver como los consejos más lógicos se comparten con otras personas y no somos capaces de seguirlos. Siempre vamos a individualizar nuestra propia historia, haciéndola distinta al resto, intentando hacer ver que nunca se ha dado, pero en realidad todas ellas tienen su base: perfecta, buena, mala, caótica, simple y tranquila... Resumiéndose en un requisito esencial; la chispa.

No significa que haya fuego en la cama, ni que sea la antítesis de la monotonía. Para mi adquiere más el sentido de conexión, la capacidad de entenderte y vincularse con otra persona, que te hace compartir con ella todo lo que te pasa, tanto bueno como malo. Que busques siempre su respuesta y no sea para ti indiferente. Puede ser teniendo sólo una conversación, una mirada, un hecho o un roce. Pero que despierte algo en ti, tanto un hormigueo incesante en el estómago como una sonrisa de oreja a oreja al verla, y que no decaiga en fase de letargo como si fuera una almohada en la que sabes que si te apoyas, caerás en un sueño profundo. Si no existe esa chispa, no tiene sentido alargar más una historia que no tiene motivación y que sólo te hace abrir la boca para bostezar.

Para el que ya ha sentido esa chispa y la dejó apagarse, intenta volverla a encontrar. Y si no la sientes con alguien, busca gente con ética, con principios... ¡Con vida! Que se preocupe tanto por ti como tu por ellos; esa es la gente de verdad. Y merece la pena encontrarla.

viernes, 17 de mayo de 2013

Me gusta, me encanta, adoro, disfruto...

Me gusta el frío si estoy cubierta hasta la nariz para no helarme, el calor en la ducha cuando hay algo me preocupa y no moverme mientras intento evadirme de todo pensamiento y noto el agua cayendo. Escuchar música mientras escribo mis "parrafadas" como a mi me gusta llamarlas, que me ayudan muchas veces a expresar lo que pienso, gritar a base del golpeteo frenético a las teclas del portátil, de atravesar las hojas de mi diario con la punta de la pluma o simplemente para entretenerme. Me encanta la fotografía; estar detrás del objetivo y pensar que cada foto es única. He tenido desde los doce años siempre una cámara en la mano, y ya llevo seis. También me lo paso bien haciendo planes, aunque muchos de ellos no los he realizado, pero eso no significa que no los pueda hacer algún día. Sobre todo planes de viaje. Conocer otros países, culturas, gente... Aprender idiomas.

Adoro los abrazos y los besos en las mejillas y en la frente sin venir a cuento de nada. Los detalles tontos, el cigarro con el café y los regalos prácticos. Me gustan las sonrisas que no ocultan maldades, las que salen simplemente porque sí, porque en ese momento está feliz. Me encanta estar en medio de multitudes, estar a solas o quedar con amigos, dependiendo del día.

Disfruto de la compañía de personas que no paran de hablar sin llegar a ser auténticas cotorras, las que no pueden ocultar con sus gestos y miradas lo que piensan aunque lo intenten. Las que agradecen los favores aunque sean pequeños, las personas "echás pa´ alante" porque son personas prácticas en su mayoría y a la vez que sepan autocontrolarse, es decir, que conozcan los límites que no deben sobrepasar para no pegarse un buen batacazo. La gente que en un primer momento puede parecer tímida y hay que ganarse su confianza para poder llegar a ella. Se acaba descubriendo que esas personas son las más interesantes de conocer.

Para el que busca definirse. Intenta hacer tu propia lista. Ésto sólo ha sido una pequeña parte de todo lo que me gusta. 

miércoles, 15 de mayo de 2013

“Esperad tres minutos y tirar”.


Así empezó todo. Sintiendo el pulso en el cuello, en las manos y en las piernas. La boca seca, la piel de gallina tras las capas de ropa y en el estómago no se sienten mariposas sino avispas. No había milímetro en todo el cuerpo que no me dijera a base de escalofríos y temblores “no lo hagas”. Pero en ese momento, en el que sólo estás sujetando una barra y tus pies parecen anclados a un listón de metal, una pequeña parte de ti susurra “salta”. Poco a poco vas deslizando tus pies hacia el borde, hasta que sólo estás apoyada en los talones y sin pensarlo dos veces, abres la mano para soltar el metal y caes.

Ya no piensas. Ya no sientes. Sólo gritas.

Ves las nubes debajo de ti y no ves el suelo. No importa. Todo lo que antes era lógica y miedo desaparece. Estás cayendo al vacío sin nada que te pueda salvar si falla el paracaídas. Y sigue sin importarte.

El tiempo no se mide en segundos, se mide en distancia a la tierra. De repente sientes un tirón, dos, tres… Y en vez de caer, subes unos cuantos metros. Es ahí cuando ya sabes que estás a salvo y empieza el descenso a una velocidad más baja. Ya por fin puedes concentrarte en las vistas y te das cuenta que ni el edificio más alto de Valladolid supera eso. Sale el Sol en ese momento y va iluminando todo lo que tienes por debajo. No sientes ni vértigo, ni mareo. Te da por reír y no sabes si de felicidad o de pura histeria contenida. Te ríes y disfrutas mientras el suelo parece que se va acercando a ti.

Puedes calcular más o menos cuántos metros te separan y van a menos. Treinta, veinte… Y por fin en tierra. Ya no te queda voz, pero sueltas un grito casi inaudible pero que te hace sentir bien.

No te puedes levantar, o eso me pasaba. No sentía las piernas y sabía que si lo hacía me caería al intentar caminar. Me senté en el suelo sin estar atada ni a arneses ni correas, apoyé lo brazos detrás de mí y me dediqué a mirar el cielo que ya no me parecía tan agobiante como desde allí arriba.

miércoles, 8 de mayo de 2013

El egoísmo está justificado.

Es triste ver como algo se resiste a avanzar y que, cuando parece que se da un paso hacia delante, se retroceden dos. Es penoso escuchar exigencias de alguien que no se compromete ni a la cuarta parte de lo que pide. Es deprimente escuchar mentiras cuando se sabe que lo son y han de ser tragadas. Es humillante sentirse un objeto que sirva de pañuelo, de compañero de juergas o de alivios de bragueta. Pero lo que de verdad es lo peor que puede suceder es vivir una mentira y creerse aquello que sale de la boca de las personas, aunque los hechos muestren lo contrario.

En todas esas ocasiones, el egoísmo está justificado. Si alguien no avanza contigo, que no te retenga. Si alguien te exige de más, dale de menos. Si alguien te miente y lo sabes, miéntele también. Si para alguien eres una cosa, usa a esa persona también en tu beneficio.

Al que vive una falsa realidad, quítate la venda de los ojos. Y si ya lo has hecho, ¿te aprovecharías de la situación?.

lunes, 6 de mayo de 2013

"El cariño es la mejor medicina".

Es un lujo pensar que tras los golpes hay personas que sirven de tirita o que van a ser la red que evite tu caída. Sabes que no te van a fallar. Que siempre van a estar ahí. Que cuando el cuerpo se despedaza en cien mil pedazos van a ser ellos quienes te recompongan a base de sonrisas que actúan como vendas o escucharte cuando más falta te hace hablar y desahogarte.

Y aunque no estén en todos los buenos momentos, sabes que van a estar en las malas y eso es lo que hace que vayan haciéndose un hueco importante en ti o que vayan a ser los mismos que taponan la herida evitando que vuelva a abrirse.

Tenía razón aquél hombre que una vez me dijo: "el cariño es la mejor medicina", porque no hay una cura más efectiva que la que pueden dar los que más te quieren.

Al que intenta evitar que le curen, a veces es bueno dejarse cuidar.

"Pasados unos meses alguien me ajustó de nuevo y queda un poco lejos cuando me incendiaste y ya soplaron las cenizas, volaron las cenizas".
Mi primera combustión.
LOL.
http://www.youtube.com/watch?v=sJzY1Xq4iyc

miércoles, 1 de mayo de 2013

Recuerdos.

Hay personas que viven aferrados a sus recuerdos como si fueran  lo más valioso que tienen en este mundo. No hay día en el que no echen de menos a alguien o pasen por un sitio y se les venga a la memoria algún instante vivido en ellos que tendrá la misma importancia que quien estuvo a nuestro lado en ese momento. El lugar en sí no vale nada si no hay alguien que motive ese recuerdo. 

Puede ser alegre o triste, pero forma parte de lo que hemos sido y hecho, y aunque eso no se puede cambiar, se puede soltar poco a poco esos recuerdos, sin dejarlos escapar, dejando paso a que otras personas invadan el presente y nos descubran lugares nuevos. 

Para el que tiene miedo al olvido. No hay que cerrar la puerta al pasado, simplemente abrir la ventana al presente y al futuro.


lunes, 22 de abril de 2013

Para bien o para mal. Parte II.

Hace seis años, en una tarde de invierno, ella esperaba a que él subiera a su casa.

Ya no contaba con la independencia que le proporcionaba su anterior hogar. Ahora, su nueva casa determinaba su espacio de una forma agobiante y el tiempo se medía en permisos concedidos, como si de una cárcel se tratase. Aquella situación podía con ella; un pájaro que ha sido libre es difícil enjaularlo.

Él llegó a su casa sin tener que preguntarle qué piso era, porque ya lo conocía. Había entre ellos una confianza que hacía ridícula la posibilidad de pensar en que aquello superaba la simple amistad. Se habían criado casi juntos, casi como hermanos. Sus vidas se desenlazaron y al azar se volvieron a encontrar. Desde su reencuentro, recuperaron el tiempo perdido y aunque ambos acogieron carácteres distintos con los años, cada uno aportaba su forma de ser al otro y acabaron encontrando el equilibrio para entenderse. Siempre hubo discusiones y peleas, pero aquello que los armonizaba estaba ahí, como si de círculos tangentes se trataran.

No había nada de raro en que vieran una película juntos, ya habían visto muchas antes. Pero ninguno de los dos pensó en que aquella película de un niño mago acabaría trayendo a la mente recuerdos de esa tarde, incluso pasados seis largos años.

Al que una película le recuerda momentos vividos. No los olvides. 

26-1-2007.


lunes, 8 de abril de 2013

Auténtica felicidad.

Sería feliz paseando por una playa sin gente a la orilla del mar con el atardecer en la lejanía jugando con los colores en el cielo, en una terraza mirando de reojo a la gente que pasa mientras leo un libro o en mitad de la multitud en un concierto.
Pero sé que si me dan a elegir un momento de auténtica felicidad, escogería estar entre las cuatro esquinas de una cama gigante, con un gran edredón blanco de plumas en una habitación con calefacción para evitar el frío invierno que todavía no quiere despedirse. Habría pósters y fotos sin marco por las paredes, algún que otro post-it con números de teléfono y recordatorios escritos. El silencio no exisitiría al tener un reproductor de música que no dejase de sonar y con la compañía de alguien con quien poder hablar toda la noche hasta que amanezca. ¡Ah!, y una cortina para evitar que el Sol me cegase por la mañana. Esto último sería imprescindible.
Sería mi pequeño rinconcito de felicidad, sin problemas, ni discusiones ni gritos. Unos pocos metros cuadrados en los que por unas horas o tal vez un par de días como mucho no existiría nada más. Pero no podría vivir en ese paraíso si fuese eterno, ya que se convertiría en mi rutina y es un momento tan perfecto que no podría joderlo de esa manera.
Volvería a tener que abandonar mi cama todos los días para aprender que esa nube en la que yo me siento la persona más feliz del mundo hay que ganársela con el esfuérzo de saber dar prioridad a las obligaciones del día a día. Y lo haría con el único pensamiento positivo de saber que volveré a estar tarde o temprano dentro de ese cuarto, con esa cama gigante, con ese edredón blanco de plumas, con la calefacción puesta, con los pósters, las fotos y los post-it por las paredes, el reproductor de música y con la compañía de alguien con quien poder hablar toda la noche hasta que amanezca.

Para el que está pensando ahora mismo en su instante de felicidad leyendo ésto, cuando te esfuerzas por lo que quieres y lo haces bien, la recompensa sabe mejor.

Y para el que comparte estos mismos momentos conmigo. Ese alguien. Piensa que tal vez estamos predestinados a ser felices juntos.

lunes, 1 de abril de 2013

Para bien o para mal. Parte I.

La primera persona de la que te enamoras, quieras o no, va a condicionar el resto de tus futuras relaciones. Más que enamorarse, se puede hablar de la primera persona por la que empiezas a sentir algo que nunca antes habías sentido y por ello tienes miedo. No sabes cómo actuar con él delante. No sabes si es un capricho, sólamente una tontería o que todo el tiempo que pasas con esa persona hace que la veas de forma diferente. No sabes en realidad qué estás sintiendo, pero tienes algo claro: no es lo mismo que con el resto de la gente que conoces. Su forma de pensar, su físico, su manera de comportarse y los detalles que tenga contigo... Influirán en ti. Y nunca vas a saber si para bien o para mal.

Yo creo que no tuve tanta suerte, que no ha sido la mejor introducción. Pero ahí está. Después de todos estos años, con una larga pausa entre los dos, sigue siendo mi amigo. Porque nunca dejamos de serlo y nunca hubo algo más que nos hiciera llamarnos algo distinto. Simplemente amigos.
Él no sabía (ni yo) que iba a ser mi punto de inflexión, para bien o para mal. Lo que empezó siendo una compañía distinta al resto, con su singular forma de ser, de vestir, de hablar, acabó siendo el prototipo de chico que he ido buscando o he intentado alejar de mi, dependiendo del sientimiento de empatía o rechazo hacia él.

Ahora el tiempo ha pasado y él sigue estando ahí. Para bien o para mal. Sin hablar, interviene directamente todavía en gran parte de mis decisiones. Puede parecer una subordicanción o una comida de cabeza, pero yo lo veo más como una página que es la clave para entender el resto del libro.


Para el que sé que espera el resto de la historia. Ahora sabes que eres el comienzo de ella. Para bien o para mal.

viernes, 22 de marzo de 2013

Vivir a muerte la vida.

La vida es demasiado corta para perder el tiempo en problemas, en rayadas y paranoias. En discutir por auténticas gilipolleces sin sentido, en malgastarlo en compañías que no aportan nada y menos aún para preocuparse por cosas que ya no tienen remedio. Sólo hay una vida, que nadie va a vivir por ti, que nadie más que tu tiene que conducir y que no ha de pasar en balde.
Existen mil refranes y frases hechas que resumen lo que hay que hacer para no dejarse llevar por la tristeza y el arrepentimiento eterno. Y es que la sabiduría popular tiene más razón que mis libros de genios e intelectuales. “Lo que tenga que venir, vendrá. Lo malo que sucedió, intenta que no vuelva a repetirse. Que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista y al mal tiempo, buena cara”.
Y sobre todo: vivir a muerte la vida.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Cruce de intenciones.

Ahora más que nunca juega el corazón y no la cabeza. He arriesgado demasiado y demasiadas veces por algo que se contradice una y mil veces, pero siempre acaba por arrasar con mi pensamiento y mis principios. Ha conseguido anteponerse a base de sonrisas y miradas a casi todo aquello que para mi trascendía mucho más que una simple tontería sin importancia, como comenzó siendo: un cruce de intenciones, de desenfreno de puertas para dentro y de rechazar aquello que era seguro y bueno por el desequilibro y riesgo.

Todo este tiempo desde entonces me demuestra que no puedo hacer como si no existiera, porque siempre que he intentado evitarlo, vuelve. Vuelve para dejarme tras él un rastro de amarga culpabilidad y a la vez de la mayor felicidad; una felicidad que muy pocas veces había llegado a sentir y que la delata la sonrisa que desde hace mucho no se dibujaba en mis labios. Porque no sabe la capacidad que tiene de poner todo boca abajo con tan sólo mirarme y no concederme ni el poder de la duda para saber si hago algo bueno o malo. Pero ¿cómo puede ser malo algo que me hace feliz?. ¿Cómo puede llegar a ser bueno algo que roza la prohibición?.

Para la esa debilidad con nombre y apellidos. No sé si te quiero cerca o lejos.

domingo, 10 de marzo de 2013

Per la millor.

Yayi. ¿Que tal estàs?. He de dir que des de l'últim dia que ens vam veure, he esperat amb ànsia el nostre següent trobada. I així ha estat sempre durant els últims vint anys des del meu naixement.

Cada vegada que ens tornàvem a veure era especial. No el motiu dels meus nervis els cinc minuts abans de veure't però així ha estat sempre. Què vols que digui?. Aquesta manera de deixar de pensar i actuar per impulsos mai ha desaparegut. I encara que sembli ximple, sempre ha anat a més amb el pas del temps. De petita somreia en veure't i ara no puc fer altra cosa que no sigui donar-te una abraçada i no deixar-. Odi que passi tan ràpid el temps i més que is noti.

Aquesta setmana vaig a veure't. Promès. No vull que agafis fred de camí a casa.

Pd: Crec que els papers han canviat i ara què somriu ets tu i què espera l'abraçada sóc jo. Tindràs raó quan em deies que m'estava fent gran i et deixava enrere. I no saps el que m'espanta que hagis tingut raó en això.

lunes, 25 de febrero de 2013

Microcuento.

Le tocaba volverla a esperar. Siempre pensaba lo mismo mientras miraba a ambos lados de la plaza, "la voy a regalar un reloj sincronizado con el mío". Sonreía con sólo pensarlo, ¿cuándo esa chica se guiaba por las manecillas de un reloj?. Por eso la gustaba tanto, porque era singular.

Las primeras veces ella llegaba a la hora de la cita para no hacerle esperar y no le daba tiempo a mirarse en los escaparates de las tiendas para intentar peinarse con los dedos, ni mirar el móvil ni dejarle escuchar el final de la canción que sonaba en su mp3. Pero pronto ella mostró la impuntualidad que la caracterizaba y los cinco minutos alguna vez que otra llegaron a ser quince.

Al principio en esos ratos de espera él se aseguraba de la hora y el lugar mirando los mensajes y con el paso de los dias y de los meses usaba ese tiempo para pensar en todo el trabajo que tenía pendiente o en dedicarse a observar a la gente que pasaba o estaba como él esperando a alguien.

Las diez y trece y ella sin aparecer.

Trece minutos en la plaza esperando para que cuando llegase ella lo primero que dijera fuera un "lo siento" y le sonriera para evitar que se enfadase. Volvían a curvarse sus labios pensando que era imposible enfadarse con ella.

De repente la ve aparecer. Era pleno invierno. Iba abrigado con varias capas de ropa y la bufanda tapándole la boca. Fue mirarla a los ojos y ella consiguió hacerle sentir un escalofrío de pies a cabeza que el frío en dieciséis minutos no había conseguido.

Fin.

miércoles, 16 de enero de 2013

Complementos circunstanciales.

No sé si será el frío invierno que quita las ganas de todo, o no ver el Sol que, aunque ciega la vista, se echa de menos estos días. Y a la vez, tener todo lo que aparentemente necesitas. Es todo un desconcierto. Es como oír un gran eco por dentro, la misma sensación de un domingo de tarde o de haber terminado un buen libro, pero más fuerte y notorio. Será el tiempo de exámenes, el agobio, el café tras o otro que hace que la cabeza no deje de funcionar, que no deje peguar ojo por las noches y se convierta en una acción externa y perceptible en las vueltas que se dan en la cama buscando el cansancio físico de una vez por todas. No, aunque influyan, no es eso.

Es esta montaña rusa de emociones; la ansiada subida hasta la cima y el bajón vertiginoso que te deja sin aliento. Sin tiempo para disfrutarlo. Sin tiempo para ver la caída. Sin tiempo para recomponerse porque se intuye que pronto habrá un nuevo subidón de adrenalina corriendo por las venas. Pero sigue siendo la atracción la que tiene el poder sobre tus emociones.

Tal vez la capacidad de ser indiferente esté totalmente sobreestimada, aunque puede que la palabra más correcta sea independiente. Creer que eres tu y tus actos cuando en realidad éstos te delatan y pasas de ser el sujeto al conjunto de todos los complementos circunstanciales: tiempo, espacio, modo, causa... Pero sobre todo de compañía.

Para el que dejó en manos de otro su capacidad emocional. Que no se vuelva a repetir. Somos fines y no medios, que no se te olvide.

Grupo: Supersubmarina. Canción: Elástica Galáctica. Concierto en La Riviera. Madrid.
http://www.youtube.com/watch?v=fb2brz7TIko

sábado, 5 de enero de 2013

Para ella.

Tengo fe ciega en este nuevo año. No sé qué es pero algo me dice que este va a ser un buen año. Voy a darlo todo de mi para conseguirlo: esfuérzo, alegría, tiempo para los que de verdad están ahí conmigo... Y no puede faltar entre esas personas (porque es una persona muy importante para mi) Cristina. Puede parecer la típica exaltación de la amistad, pero no lo es. Hoy no es un día importante que merezca celebrarlo, ni un cumpleaños, nada. Es un día más para ella y para mi.

Pero eso no quiere decir que deje de valorarla. Es más, todos los días me demuestra que merece mucho más de mi. Que ésto, una parrafada que sabe que es algo que se me da bien hacer, no es nada en comparación con sus "buenos días pichón" y todos esos abrazos (porque no es muy fan de dar besos), que hace diariamente al verme. Mientras que yo soy mucho menos afectuosa, ella es la más cariñosa del mundo. Ya nos lo han dicho varias veces que somos muy distintas y yo todavía no me explico cuál es esa base para entendernos tan bien, pero ahí está.

Asique, sin venir a cuento de nada, sin motivo alguno, esta entrada es para ella. Sólo y exclusivamente para decirla: EN POCAS HORAS TE VEO CORAZÓN! TE DESEO UNOS FELICES REYES :)

Para Cris.