domingo, 16 de agosto de 2015

Síndrome postvacacional.

Si el síndrome postvacacional es volver a la ciudad y no tener ganas de deshacer la maleta y querer morir al pensar en el lunes que te espera con trabajo y estudio para todo el día, entonces si, sufro síndrome postvacacional y de los grandes. Al menos que en la nevera haya cerveza alivia un poco, pero no del todo.

Pensé que éste verano no iba a tener vacaciones y al final he estado en el sur y ahora me he tomado un descanso en el norte. Echaba de menos mi pueblo de veraneo, mis amigos, la tranquilidad, pero sobre todo echaba de menos a mi familia. A pesar de haber sido un año en el que hemos estado muy unidos, estar sola en la ciudad a veces se hace cuesta arriba y necesitas un descanso de estar tanto tiempo sola.

Mañana será un día que empieza a las siete y media de la mañana y terminará a las diez de la noche, y echaré todas esas horas rindiendo a mi máxima capacidad pensando que es lo que quiero hacer y lo que me gusta y me motiva. Pero hoy va a ser una noche en la que doy por concluido mi verano y creo que puedo permitirme sentirme triste por ello.


De mi para agosto. No te hagas más cuesta arriba.
Basado en retornos.


viernes, 7 de agosto de 2015

Saber apreciar lo malo.

Cuando no puedo expresar mis pensamientos, inquietudes y sentimientos porque las palabras se agolpan en la garganta, cuando me están oyendo pero no escuchan o cuando es mejor quedarse en silencio que luchar contra molinos, lo mejor que se me ocurre hacer es escribir. Y funciona. Ya lo creo que funciona.

¿Que por qué? Porque me libero a mi misma y libero todo lo que quiero decir. Suena estúpido, pero a veces no salen las palabras correctas influidas por las emociones. A veces, se necesita tiempo para saber decir adecuadamente lo que se piensa y sobre todo, se necesita tiempo para no dejar nada en el tintero. Y la verdad que me da igual si a la persona que va dirigida lo lee o no si yo he podido exponer al exterior lo que pienso y es una forma de saber mantener la boca callada en el momento preciso y a la vez no reventar por dentro.

Ya ha pasado más de la mitad de éste año y no ha sido en balde. Ahora lo he entendido. De todo se aprende, de lo bueno y también, con tiempo y en frío, de lo malo. Tengo un escrito que hice bien en no publicar porque me he dado cuenta que se necesita asimilar los hechos con calma para poder extraer conclusiones que te hagan evolucionar y no aferrarte al rencor y al odio. Poder sacar partido de los malos momentos para avanzar y guiarte a ti hacia la meta sin detenerte a quejarte por lo duro que está siendo el camino.

Ahora sí que puedo decir que me he tomado la medida.

De mi para todo lo malo. Se necesita distancia para poder apreciarte.
Basado en una gran mala experiencia. Y espero que sea la última de éste tipo.


domingo, 2 de agosto de 2015

Gestos.

Me escribe tumbado desde su cama que la noche anterior ha bebido bastante, que se encuentra mal y yo le contesto que de vez en cuando no hace daño. Esas copas de las que te arrepientes al día siguiente nos las hemos bebido todos.

Me viene a la memoria una noche en su pueblo, en la que probé por primera vez el gintonic y acabé bebiéndome esas copas de más que él iba pidiendo sin que yo lo viera para que para él fueran de menos. Me acuerdo de la salida de Botica, de la pizzería a la que él no quería ir y yo insistía que debía comer algo mientas notaba el mareo que se salta la fase de ir contenta para apenas ver.

Me acuerdo y pienso que hice bien, que no me arrepiento de ésas copas si a él no le sentaron mal. Que es un ejemplo muy tonto, pero en ésos pequeños detalles, por insignificantes que parezcan, consisten las relaciones. Que demuestran las palabras "me importas".

Y es que no concibo relación alguna sin demostrar, más que decir. Y al igual que esa noche, ha habido otras personas, lugares, noches y días. En las que quieres demostrar que alguien te importa, aunque sea un poco, algo, bastante o mucho. Y que ésos pequeños gestos, no necesitan ser recompensados, pero sí que la otra persona sepa valorarlos y apreciarlos.


De mi para el resacoso. Espero que a la milésima comprendas el concepto amistad.
Basado en conversaciones y recuerdos.


sábado, 1 de agosto de 2015

Para mi.

Lo malo de escribir, es escribir sobre lo que conoces, lo que ves y lo que sientes. Y qué pena tener que escribir sobre cosas malas.

Cada vez que escribo sobre el daño que hacemos y el que recibimos, sobre cuánto puede afectar el dolor y el rencor en nuestro presente y en nuestro futuro, me gustaría no haberlo experimentado. Y me encantaría aún más que mi entorno no hubiera pasado por ello. Porque nadie quiere pasarlo mal, eso es obvio, pero son parte de la vida, pero de nosotros depende como responder ante ello.

Sinceramente, doy vueltas a la cabeza pensando si debo o no publicar un escrito que llega tiempo forjándose y que todavía no he terminado, pero trata sobre estas sensaciones que son difíciles de atajar y el mal sabor de boca lleva durando bastante. Es un texto en el que he descargado rabia, frustración y pena, no es una historia pero sí su desenlace. No versa sobre amor, pero sí sobre la confianza y el respeto, con los demás y con nosotros mismos. Y dudo si publicarlo o no debido a una encrucijada: si es mejor callar (como estoy aprendiendo a hacer) y otorgar o si es más sencillo desahogarme para soltar de una vez todo aunque sea en un blog.

Hasta que lo decida, creo que los anteriores post reflejan varias partes de lo que es todo el escrito.



Para mi.
Basado en textos que todavía no sé si debieran ver la luz.