jueves, 23 de enero de 2014

Hogar.

A veces la venía a su mente un pensamiento inquietante y a la vez el más feliz de todos. ¿Quién podría decir que guarda en su retina la forma en la que sonreía para ella?. Y en ese momento se sentía única en todo el planeta. Millones de personas podrían visitar la gran muralla china, ver las puestas de sol en los acantilados irlandeses, contemplar las vistas desde lo alto de un rascacielos neoyorquino o abrumarse observando cada monumental escultura del Valle de los Reyes. Pero ella poseía sus surcos y cicatrices, sus gestos y manías, capaces de ser sentidos a través del escalofrío que la recorría el saber que ese instante sólo estaba reservado para ella y que nunca nadie podría apreciar tal maravilla.

Creía haber tenido todo lo que quería, pero ese simple momento la hizo pensar que tal vez había vivido siempre sin lo que ella en realidad necesitaba. Y se sintió como si por primera vez respirase y tan tranquila al saber que estaba aislada del peligro, que volvió a concebir la idea de poder llamar a unos brazos alrededor de su cintura hogar.

https://www.youtube.com/watch?v=MjNxBnO79p8&feature=youtube_gdata_player

martes, 21 de enero de 2014

Sin querer.

El pasado a veces nos alcanza en forma de fechas en el calendario, de rincones en bares y de calles oscuras. De abrazos al amanecer, de películas vistas, de canciones y de todos aquellos postres compartidos. Recorren nuestra memoria como si fueran balazos; rápidos, directos y dando en la diana. No puedo evitar sentir un nudo en el estómago pensando que no fue una gran historia, pero sin saber cómo, te clavaste como una espina en la zarpa del león.

Ya sé que te comparo con balas y pinchos cuando en realidad no fuiste tan odioso como un dolor, pero no puedo acordarme de ti sin que me vengan a la memoria buenos momentos recubiertos del sabor más amargo de la frustrante derrota que supone perder habiendo apostado a una sola y desesperante carta. Y entran ganas de odiarte por ello.

No puedo evitar acordarme del pasado, de no haber sabido cortar por lo sano a tiempo. Porque, al igual que una cuerda en la que cada fibra va rompiéndose por el peso que aguanta, yo espero que caiga al vacío, que es mi olvido, del que no espero que vuelva ni lo deseo. Pero todavía pende de un hilo.


https://www.youtube.com/watch?v=Sod-dvKa8L0&feature=youtube_gdata_player

lunes, 13 de enero de 2014

Soledad y rabia.

Sentir por alguien, sobre todo por ti, es la sensación más frustrante que he llegado a conocer. Es como si estuviera atada de pies y manos, mirando a la distancia de un mundo entero que nos separa, o mejor dicho dos, el tuyo y el mio. Dos universos paralelos que no se tocan. Y si digo lo mucho que me gustaría poder acercarme a ti y salir ilesa, tu sólo podrías imaginártelo, pero no lo llegarías a sentir.
Tu, al igual que yo, lo sabes. Que las películas te hacen soñar, y que de sueños no se sobrevive a esta vida. Somos demasiado realistas para saber que pueden estallar fuegos artificiales entre nosotros dos que serían preciosos al principio pero acabarían consumiéndonos entre el humo y las cenizas que dejar detrás de explotar. De personas normales el planeta está lleno y encontrar alguien como tu es algo que quiero conservar. Y si yo me rodeo de gente más o menos parecida a ti, de ésas que dejan huella allá por donde van y el resto les echa una mirada llena de prejuicios, es que yo también seré todo un caso digno de estudio.

Pero a la vez, tu simple existencia me provoca soledad. Soledad y rabia. Pienso que si puedes llegar a ser la persona que alguien necesita, te sientes realizado. Pero contigo es todo lo contrario. Yo te necesitaba y tu no veías esa necesidad. Creo que ni siquiera te planteabas que alguien pudiera necesitarte.
Ahora mismo tengo ganas de ser tu apoyo incondicional, tu confidente, tu almohada, la persona a la que pidieras que apostase por ti una y mil veces. Y yo sin duda lo haría y antes lo he llegado a hacer muchas veces sin que tu te dieras cuenta.

Te veo y me lamo la heridas. Esas heridas que una vez fueron la entrada a los pensamientos y sentimientos arrolladores e incontrolables. Y ahí está la rabia contenida.

La rabia de saber que no harías la misma apuesta por mi. Ni ahora ni nunca. Y por más que lo sé, por más que me he hecho a la idea y simplemente tenerte delante aunque sean cinco minutos para saber que estás bien, sigo entregándome a la desesperada a cualquier persona que no serás tu ni por asomo. Son una vaga imagen de ti, que no consiguen intencionadamente acercarse a mi ni la mitad de lo que tu conseguiste sin proponértelo. Que algunas intentan hacerme daño, pero contigo ya me volví inmune, y otras intentan que sienta, pero no llegan ni a ponerme los pelos de punta como tu lo hacías con una simple sonrisa.

domingo, 12 de enero de 2014

Por perdido.

No sé si el tiempo pone a las personas en su sitio o las personas muestran como son en verdad con el tiempo. Pocas veces me he tenido que hacer esa pregunta. Normalmente esa pequeña familia que son mis amigos está compuesta por personas en las que puedo confiar plenamente. Con la sucesión de detalles y no de meses me demuestran cómo son y yo intento estar a la altura siempre.

Soy de las que piensa que si se quiere algo, hay que involucrarse, ser paciente, dar el máximo posible y confiar en que ellos harán lo mismo por mi. Pero no puedo disimular la decepción cuando eso no pasa. Cuando juegan los tantos por ciento y la balanza se descompensa. Ahí entra en escena el perdón, pero sobre todo el arrepentimiento, la promesa personal de no volver a actuar del mismo modo. Y si alguna vez me he llegado a portar mal, no se trata de agachar la cabeza y esperar la tormenta, sino poner la cara y el corazón de por medio, dándote cuenta del daño que has podido hacer.

También saber perdonar. Pero, ¿cuándo perdonar si la otra persona no siente el haberte fallado?. Puedes hacer la vista gorda una vez, dos como mucho. Pero al final, en una cosa de dos no tira uno sólo de la situación hacia adelante. Y ese instante es cuando te planteas que tal vez has apostado demasiado por una persona que no se lo merecía y lo mejor es poner distancia y restablecer el equilibrio, dando a esa persona lo que estás recibiendo de ella, cansado uno de esperar un cambio que, en mi caso, ya lo he dado por perdido.

martes, 7 de enero de 2014

Todavía.

El pasado ahí sigue, detrás, y nunca mejor dicho. Con un simple roce te hace dar la vuelta para saludarle. No le doy ni dos besos, sólo muestro una sonrisa forzada para intentar que no se note que mi cuerpo parece una estatua de hielo y que mi cara va perdiendo el color a pasos agigantados. ¿Dónde están los menos tres grados bajo cero cuando se necesita que tus mejillas estén rojas?.

Ahí está. El Pasado. Con nombre y apellidos. Su imagen se iba haciendo con el tiempo borrosa hasta hoy, que me ha vuelto a mostrar su rostro más tranquilo y sereno. Sin música de fondo, sin barra de por medio, sin copas y sin gente alrededor. Con sus ojos marrones oscuros mirándome fijamente, como quien intenta leer los pensamientos de otra persona. Sin pestañear. Como si me estuviera evaluando, intentando saber mi estado de ánimo.

Si por mi fuera...

Si por mi fuera te tiraría por un puente y es por eso que evito tu contacto. Si por mi fuera te estaría gritando hasta dejarte sordo, pero en vez de eso intento parecer calmada pero sabes que por dentro estoy a punto de estallar. Si por mi fuera te mataría, pero con eso no sería suficiente para devolvértela y estar en paz.

Y en lugar de mostrarte toda mi rabia contenida a través de mi mirada, todavía te sigo el juego. Será que todavía no puedo contigo. Será que todavía estás ganando la partida.