Sentir por alguien, sobre todo por ti, es la sensación más
frustrante que he llegado a conocer. Es como si estuviera atada de pies y
manos, mirando a la distancia de un mundo entero que nos separa, o mejor dicho
dos, el tuyo y el mio. Dos universos paralelos que no se tocan. Y si digo lo
mucho que me gustaría poder acercarme a ti y salir ilesa, tu sólo podrías
imaginártelo, pero no lo llegarías a sentir.
Tu, al igual que yo, lo sabes. Que las películas te hacen
soñar, y que de sueños no se sobrevive a esta vida. Somos demasiado realistas
para saber que pueden estallar fuegos artificiales entre nosotros dos que
serían preciosos al principio pero acabarían consumiéndonos entre el humo y las
cenizas que dejar detrás de explotar. De personas normales el planeta está
lleno y encontrar alguien como tu es algo que quiero conservar. Y si yo me
rodeo de gente más o menos parecida a ti, de ésas que dejan huella allá por
donde van y el resto les echa una mirada llena de prejuicios, es que yo también
seré todo un caso digno de estudio.
Pero a la vez, tu simple existencia me provoca soledad.
Soledad y rabia. Pienso que si puedes llegar a ser la persona que alguien
necesita, te sientes realizado. Pero contigo es todo lo contrario. Yo te
necesitaba y tu no veías esa necesidad. Creo que ni siquiera te planteabas que
alguien pudiera necesitarte.
Ahora mismo tengo ganas de ser tu apoyo incondicional, tu
confidente, tu almohada, la persona a la que pidieras que apostase por ti una y
mil veces. Y yo sin duda lo haría y antes lo he llegado a hacer muchas veces
sin que tu te dieras cuenta.
Te veo y me lamo la heridas. Esas heridas que una vez fueron
la entrada a los pensamientos y sentimientos arrolladores e incontrolables. Y
ahí está la rabia contenida.
La rabia de saber que no harías la misma apuesta por mi. Ni
ahora ni nunca. Y por más que lo sé, por más que me he hecho a la idea y
simplemente tenerte delante aunque sean cinco minutos para saber que estás
bien, sigo entregándome a la desesperada a cualquier persona que no serás tu ni
por asomo. Son una vaga imagen de ti, que no consiguen intencionadamente
acercarse a mi ni la mitad de lo que tu conseguiste sin proponértelo. Que
algunas intentan hacerme daño, pero contigo ya me volví inmune, y otras
intentan que sienta, pero no llegan ni a ponerme los pelos de punta como tu lo
hacías con una simple sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario