lunes, 13 de enero de 2014

Soledad y rabia.

Sentir por alguien, sobre todo por ti, es la sensación más frustrante que he llegado a conocer. Es como si estuviera atada de pies y manos, mirando a la distancia de un mundo entero que nos separa, o mejor dicho dos, el tuyo y el mio. Dos universos paralelos que no se tocan. Y si digo lo mucho que me gustaría poder acercarme a ti y salir ilesa, tu sólo podrías imaginártelo, pero no lo llegarías a sentir.
Tu, al igual que yo, lo sabes. Que las películas te hacen soñar, y que de sueños no se sobrevive a esta vida. Somos demasiado realistas para saber que pueden estallar fuegos artificiales entre nosotros dos que serían preciosos al principio pero acabarían consumiéndonos entre el humo y las cenizas que dejar detrás de explotar. De personas normales el planeta está lleno y encontrar alguien como tu es algo que quiero conservar. Y si yo me rodeo de gente más o menos parecida a ti, de ésas que dejan huella allá por donde van y el resto les echa una mirada llena de prejuicios, es que yo también seré todo un caso digno de estudio.

Pero a la vez, tu simple existencia me provoca soledad. Soledad y rabia. Pienso que si puedes llegar a ser la persona que alguien necesita, te sientes realizado. Pero contigo es todo lo contrario. Yo te necesitaba y tu no veías esa necesidad. Creo que ni siquiera te planteabas que alguien pudiera necesitarte.
Ahora mismo tengo ganas de ser tu apoyo incondicional, tu confidente, tu almohada, la persona a la que pidieras que apostase por ti una y mil veces. Y yo sin duda lo haría y antes lo he llegado a hacer muchas veces sin que tu te dieras cuenta.

Te veo y me lamo la heridas. Esas heridas que una vez fueron la entrada a los pensamientos y sentimientos arrolladores e incontrolables. Y ahí está la rabia contenida.

La rabia de saber que no harías la misma apuesta por mi. Ni ahora ni nunca. Y por más que lo sé, por más que me he hecho a la idea y simplemente tenerte delante aunque sean cinco minutos para saber que estás bien, sigo entregándome a la desesperada a cualquier persona que no serás tu ni por asomo. Son una vaga imagen de ti, que no consiguen intencionadamente acercarse a mi ni la mitad de lo que tu conseguiste sin proponértelo. Que algunas intentan hacerme daño, pero contigo ya me volví inmune, y otras intentan que sienta, pero no llegan ni a ponerme los pelos de punta como tu lo hacías con una simple sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario