jueves, 25 de febrero de 2016

Tu todo por su todo.

Fíjate en cómo te demuestran que no llevas razón, cómo te explican lo que no conoces o entiendes. Céntrate en los que no se fijan sólo en el color negro de tu ropa, sino en toda la variedad de colores que tienes dentro. En los que no se quejan, que siguen andando y no les importa el peso que carguen a la espalda. En los que tienen sonrisas para todo, incluso para lo malo.

Mira como si hubieras descubierto un gran tesoro a aquellos que dan los buenos días aunque se levanten antes de amanecer, que dan las gracias y piden perdón cuando lo sienten de verdad. Valora a los que aprenden el idioma de tus gestos, tu mirada y te calan por el tono de tu voz. Aprecia lo pequeño y a la vez lo enorme de sus detalles contigo. Ten por seguro que esas personas no querrán hacerte daño por más que te resulten hirientes sus palabras. Confía en ellas, diles qué piensas en cada momento. 

Haz un intercambio con ellas, tu todo por su todo y verás que no temes perder y no prestarás atención a lo que ganas, porque has confiado en ti a la hora de escogerlas, y esa es la mejor apuesta que puedes hacer.

No te encierres ni entres en clausura si te encuentras a alguien como ellas, no quieren arrinconarte ni que sientas agobio, simplemente no  conocen el miedo y se arriesgan por ti. Eso es de valientes.



De mi para esos tesoros. Qué ilusión encontraros.
Basado en ejemplos a seguir.

sábado, 6 de febrero de 2016

La inconformidad.

El inconformismo es un vicio y por ello una enfermedad. Te enganchas a que todo salga como tu querías y pobre de ti cuando no alcanzas lo que te has propuesto. Vas a buscar el fallo, en qué momento todo se vino abajo. El inconformismo da pie a intentarlo hasta que salga. Y qué rabia produce la sucesión de intentos. Es esa misma rabia que te lanza a buscar caminos para llegar a la meta.

Pero cuando no lo consigues, cuando de verdad lo das por perdido, ahí sí que te toca rezar con fervor. Le pides a la suerte que venga a por ti a rescatarte del punto en el que has atascado. Y es que por nada ni nadie vas a abandonar lo que quieres.

Y ya, en el punto final, cuando no quedan más opciones, te viene a la mente la idea de que tal vez la espera y el esfuerzo no van a tener su merecida recompensa. Es enfermizo pensar que algo no esta hecho para ti y más en culpabilizarte del fracaso. Y ahí sí que te has estancado, de ahí no sales por más vueltas que le des. Porque para ti conseguirlo ya no es una cuestión de orgullo. Puede que le hayas dado la importancia que no tenía. Te has obsesionado. Has caído en la trampa mortal que supone el lado negativo del inconformismo. 

Y por más que busques otras metas y propósitos, vas a tener la espina clavada de aquello que no has logrado obtener. 

Tal vez el tiempo te da como respuesta lo que tu interpretas como un "no", y te está queriendo decir en realidad "espera, todavía no es el momento". Y te resignas a tener que aparcar tu objetivo.

O puede que realmente no sea para ti. Pero ese pensamiento en alguien que lucha por lo que quiere ni se contempla un sólo segundo.



De mi para lo no conseguido. Te espero.
Basado en la frustración.

lunes, 1 de febrero de 2016

Nos estamos dejando vivir.

En resumen, lo mejor es que siempre vamos a ser demasiado jóvenes para entenderlo todo. Tal vez la vida en vez de decirnos "no", nos está diciendo "espera, no tengas prisa". Divino tesoro la juventud que muestra una persona impaciente, me parece un don que no debe ser despreciado. Por más que nos llamen ansiosos, sabemos que estamos alargando para toda la vida la inmadurez.

¡Qué gusto se siente al guiarse de vez en cuando por los impulsos!


De mi para el impaciente, el tozudo, el impertinente. Nos estamos dejando vivir.
Basado en los últimos coletazos de una segunda adolescencia demasiado tardía.