Todo aquello que no será dicho, pero necesita ser liberado. Y por eso lo escribo.
miércoles, 30 de diciembre de 2015
2016.
martes, 29 de diciembre de 2015
Yo, tu, te y me.
¿Tu me qué?
Tu te. Si, tu te. A mi no me. A ti, a ti y a ti. A mi no me.
¿Que yo qué?
Yo no te.
¿Que yo te qué? Yo no te, no te y no te. Yo ni te ni voy a.
Yo me.
Y punto.
De yo para tu.
Basado en abreviaciones.
viernes, 25 de diciembre de 2015
Granada.
Granada es una contrarreloj conmigo misma, es sacar las ganas de patalear como un niño y gritar "¡yo no me quiero ir!", es saber que tengo poco tiempo para disfrutar, coger aire y volver a sumergirme.
De mi para el tiempo. Párate en seco para no tener que mirar el reloj cuando estoy aquí.
Basado en verdaderos momentos de paz.
sábado, 19 de diciembre de 2015
De corderos ladradores.
Comiendo a las siete de la tarde en su casa, mi amigo Miguel, recién llegado del aeropuerto, me hizo un breve resumen de su experiencia mexicana. Fiestas, estudio y fin de carrera. Poco tardamos en llegar al tema del amor. Él dejó aquí su vida en pausa y me dijo al tiempo que empezábamos el postre: "es hora de retomar todo lo que dejé". Y acto seguido se fue a cambiar de ropa, coger las llaves, dar un beso a su madre y salimos a la calle. Le acompañé hasta la plaza de al lado de su casa y mientras nos despedíamos me soltó la siguiente frase: "nada ha cambiado, tu y yo seguimos siendo en el fondo unos corderos". Y me dejó con la palabra en la boca y echó a andar.
Miguel siempre me deja sentenciada en una frase a la que hay que dar un par de vueltas para entender todo su significado. Sabe que yo voy a reprocharle su dureza jugando a la defensiva y por eso, cuando tiene que decirme algo que sabe que de primeras no me va a gustar pero que es cierto, lo hace a la cara y se va. Creo que es la mejor forma para que yo tenga tiempo para pensar con profundidad el mensaje y acabe por darle la razón la próxima vez que nos vemos.
Seguimos siendo unos corderitos más bien. Si algo me identifica con mi amigo es lo agresivos que somos de primeras al conocernos. No habremos oído veces que somos secos, bordes, pero que si se nos conoce y se establece confianza, somos buenos. Ahora, cuando conocemos a alguien, tardamos en poder llamarle amigo, y es porque ambos sabemos el alto valor de la confianza y del respeto. Alguna vez que otra hemos pecado de ingenuos, y es que en el tiempo que se tarda en apreciar a una persona, hay algunos que toman atajos para llegar antes a nosotros y no los hemos visto venir. De buenos a veces somos tontos. Y nosotros, que de primeras podemos parecer perros de presa, debajo del disfraz se esconde la lana. Perro ladrador poco mordedor.
Por eso esta vez, con esa frase de despedida, debo decirle que, si no debemos creernos el "todo vale", menos lo debemos hacer con el "todo cuenta".
Para el recién llegado. Lo mismo que perdonamos al resto, también debemos aprender a perdonarnos a nosotros mismos y saber cuando abandonar. Será el propósito de año nuevo.
P.D.: Dile a tu madre que nos prepare su lasaña.
Calma y silencio.
miércoles, 2 de diciembre de 2015
Asqueroso diciembre.
Este año no te encuentro la gracia, ni los motivos para sonreir ni celebrar. Te noto rabioso, como si estuvieras pasando la cuenta de otra mesa por si cuela. Como si quisieras que éste 2015 lo recordásemos desde el 9 de enero hasta su fin. Créeme que lo estás consiguiendo, que nunca te he visto tan empeñado en dejar huella.
Ni deseos ni propósitos, bastante si pasas de una vez y nos dejas tranquilos. Será suficiente que dejes de dar los últimos coletazos a éste año que parece que, más que querer terminarse, está decidido en terminar antes con nosotros.
Dios, dime qué te hemos hecho. Porque me pongo a repasar y no encuentro razones para que te pongas así con nosotros. Ya son ocho diciembres a nuestra espalda y no en la tuya desde que empezó éste sabor amargo que no se va y cada año es más que el anterior, pero éste sí que te estás luciendo. Permíteme que te diga que tanto rencor no hay quien lo soporte, que se acaba escapando la lágrima y en Nochevieja suspiro aliviada porque te terminas.
Qué manía la tuya de hacernos recordar a los que no están, cómo ha cambiado la forma de celebrar la Navidad cambiando de lugar por fuerza mayor y lo más importante, qué valor el tuyo de presentarte tan rápido, cuando todavía tengo en mente las fiestas pasadas.
Yo no te celebraría. Ya no hay propósitos de año nuevo sino el único deseo de estar como estamos un año más. Y aún y así no nos lo concedes. Es más, no te echaría en falta ni a ti ni a tus regalos. Ni la comida ni el champán, porque ya echo de menos las mesas en las que no cabíamos y ahora sobra espacio entre las sillas. Porque echo de menos empezar los años con alegría y ahora el sentimiento es de miedo al pensar que el nuevo año puede traer consigo un disgusto más.
De mi para diciembre. Este año somos menos en la mesa y más lágrimas de alivio por los que estamos que lágrimas de felicidad.
Basado en años que pasan con más penas que alegrías.