miércoles, 30 de diciembre de 2015

2016.

Yo no le pido al 2016 porque el 2015 no me escuchó. Que sea el año nuevo el que me pida a mi y que lo haga con ganas y fervor, porque yo no puedo hacer ni un resumen del año que termina porque para mi no acaba hasta que se solucione lo que empezó. 

Pero sí puedo decir que de las personas no sólo se aprende lo que debe hacerse, también lo que no hay que hacer. Que hay que respetar la manera que tiene cada uno de afrontar las penas, aunque no las compartamos. Saber conceder tiempo tanto al resto como a uno mismo; perdonar y perdonarse. Dar las gracias por el más mínimo detalle que hayan hecho por nosotros.

Aprender a cerrar capítulos con uno mismo, a abrir las ventanas y no las puertas que anteriormente cerramos con llave cuando lo que se necesita es tomar el aire. A distanciarse para coger impulso, a hacer autocrítica objetiva por cada comportamiento que se salga de nuestra forma habitual de ser, a convivir con todo lo que nos rodea, a no excusarse, a no quejarse, a prestar atención a lo que de verdad importa y evitar todo aquello y a todos aquellos que nos alejan de donde realmente queremos estar mañana.

Saber encajar los golpes. Aprender a darlos más fuerte. Decir para nuestros adentros: podemos con ésto y más. Porque nunca vamos a llegar a conocer hasta dónde somos capaces de llegar si no nos echamos a caminar.



De mi para el 2016.
Basado en un año que no quiero que se repita.


No hay comentarios:

Publicar un comentario