miércoles, 10 de diciembre de 2014

El tiempo.

Esto no se para.

Esto nos separa.


A veces el tiempo no solo cura las heridas, también es un motivo de peso a tener en cuenta de cara al futuro. No esperemos que sea ilimitado, porque es la gran mentira en la que todos caemos. Y yo no estoy dispuesta. No digo "siempre" o "nunca" porque no se cumplen, al igual que tengo muy presente que todo tiene su fecha de caducidad. Su término, su plazo. Todo tiene su dies a quo y su dies ad quem. Absolutamente todo. Y nadie ni nada es una excepción.

Y por ello las ilusiones, las tristezas, las alegrías, las penas, las decepciones y todas las sensaciones y sentimientos son relativos en cuanto hay un tiempo que las delimita. Más largo o más corto, que nos ayuda a olvidar, tanto para bien como para mal.

Y sólo aquél que tiene bien claro el grado por el cual está sometido al tiempo, será verdaderamente consciente de lo importante que es darle tiempo al tiempo y a su vez que cada cosa (y también cada persona) requiere (y tiene) su tiempo. 



Le invadió la idea de lo limitado que iba a ser el tiempo y la idea de intentarlo desapareció. Y no volvió a planteárselo.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Lumbersexuales, hipsters y otras grandes fotocopiadoras.

Temo el día que se publique un artículo sobre la moral, la ética, la formas de pensar y actuar de los lumbersexuales. LO TEMO. A más no poder. Y que escriban lo mismo para hipsters todas esas páginas web que son la "Super Pop" con diseño minimalista y fotos en blanco y negro (que yo soy la primera que las leo como medio de entretenimiento, y hay que reconocerlas que a veces llevan la razón)

Temo que digan cómo pensar y actuar a una juventud dirigida por el marketing y a su vez alabada como una especie de Dios que cada vez se hace más omnipresente. Ya no solo en la forma de vestir o en la música, que bastante sufrimiento le ha costado a los padres de todos estos chicos hacerse a la idea de pagar doscientos euros por un vaquero que parece sacado de un contenedor de basura, cuando al menos antes se gastaban el mismo dinero en unos pantalones de Ralph Lauren e iban arreglados por la calle.

Me refiero al temible momento en que hablen de cómo ser y cómo comportarse. Porque las palabras "inconformista" y "mainstream" sin un buen desarrollo los deja como en una habitación a oscuras esperando que alguien les encienda la luz. Y así nos ha ido y así nos irá si la moda se mete, no solo en el fondo de armario, sino también en la literatura, en las ideas políticas que ya empiezan a germinar y peor aun, en las mentes.

Yo no voy a escribir qué deberían seguir, ni decirles la frase "sigue tu conciencia" porque pienso que ya bastante alienada está o definitivamente es inexistente. Yo les digo, y les diría, si pudiera dirigirme a ellos desde un medio de difusión más mediático, que no sean subnormales. Tal cual. Que formulen sus opiniones leyendo toda la prensa posible, tanto de izquierdas como de derechas. Porque todos sabemos que en los medios de comunicación la objetividad brilla por su ausencia. 

Que si de verdad quieren ser inconformistas, que empiecen por buscar su significado en el diccionario. Que no confundan ser libres con el libertinaje, independientes con el egoísmo, intentar ser concienciados y caer en la demagogia y la hipocresía. Porque ya sobra de tanto moderno escéptico relativista y a la vez de tanto conservador que cree tener la verdad categórica de todas las cosas. Ambos son los dos polos opuestos y a la vez los dos sectores más radicales que nos podamos llegar a encontrar. 

Que si quieren huir de lo considerado "mainstream" que de verdad huyan de estas fotocopiadoras que se han convertido los términos "hipster" y "lumbersexual" que tanto daño nos están haciendo. Porque soy la primera que pienso que no hay que etiquetar a las personas, pero tampoco se puede ir por la vida sin definir objetivamente situaciones y caracteres. Dejemos la paleta de los grises a las mentes, no en su sentido peyorativo, sino en un modo de catalogar las conciencias como mosaicos de pensamientos distintos entre sí. Porque en el fondo, quien no ha pensado de sí mismo que es incoherente en algunas ocasiones, es que no se ha parado a pensar ni un solo momento en su comportamiento y en sus ideas. Y mucho menos en que está siguiendo a un rebaño de ovejas sin darse cuenta.

Que si de verdad uno quiere ser uno mismo, que no tema las opiniones y las críticas de los demás. Que ni las haga caso. Porque de gente que se cree con derecho a juzgar y cotillear vidas ajenas, está en cementerio lleno.