jueves, 30 de julio de 2015

En clave de jaque mate.

Quedar con mi amigo Luis tras estar sin vernos desde París supone ponernos al día en poco tiempo, contarnos rápidamente qué hemos hecho (y lo que no), pero sobre todo es una incesante sucesión de preguntas retóricas que ahora, en la tranquilidad de mi casa, bombardean mi cabeza.

En los viajes uno se distancia de su casa y de su ciudad para acercarse más a sí mismo, y todas esas cuestiones, dudas e inquietudes encuentran fácilmente la solución cuando son tomadas desde la distancia, muy lejos del ojo del huracán. Y si hay algo que me gusta, es compartir todos esos pensamientos con personas que a la vez que me conocen bien y que saben qué camino voy a tomar sin decírselo, también saben abrirte puertas que tú no has visto. Te sumergen en más preguntas basándose en tus respuestas, te hacen ir mucho mas allá y plantearte ángulos y puntos de vista que ni siquiera te habías imaginado. Y en vez de frustrarte, te alivia pensar que lo hacen por tu bien, que quieren que saques todo tu potencial, que no tomes una buena decisión, sino la mejor de todas.

Son amigos con los que la conversación se mantiene en clave de jaque mate.

Luis me conoce tan bien que sabe que no sé tomarme la medida algunas veces, y son tan escasas al igual que problemáticas. Porque si hay algo que no me gusta, no es no tener todo bajo control, sino no controlarme a mi misma a veces. Suena a oligofrenia severa, pero me refiero a los impulsos, a las emociones, a esa alegría que pasa a ser euforia o a esa tristeza que se asemeja a sentir hielo en el pecho. Y que sin quererlo, puede hacernos decir una mala palabra en el momento equivocado o simplemente no decir nada y llegar a deshora. Y es en ese momento en el que él es el defensor de las causas perdidas, como una que yo me sé. El que no tira la toalla, como una que yo me sé. El que te pregunta "pero, ¿tu has dado todo lo que sabes que puedes dar?", como yo.

Y entonces te das cuenta que, hasta los abanderados de las infinitas oportunidades y de los consecutivos intentos, necesitan a veces que les recuerden que hemos venido a jugar y a arriesgar. A dar todo lo mejor aunque también hayamos dado alguna vez lo peor.



De mi para Luis. Gracias.
Basado en reencuentros.


Se necesita un poco de sur para poder ver el norte.

Huelva, Cádiz, Sevilla, Puerto de Santa María, Sanlúcar, Rota, San Fernando, Conil, Caños, Barbate, Zahara, Bolonia, Tarifa, Algeciras, Tánger, Tetuán, Arcos y Jerez.

Seis días, ahí es nada. Algunos pueblos los hemos visto desde el coche, otros una hora escasa. Horas y horas de coche, litros de gasolina, la tremenda sorpresa de ver a Mark Knopfler en concierto, rotondas, rotondas y más rotondas hasta encontrar la salida de pueblos y ciudades, GPS que no funcionaba, comilonas, playa, botes de protector solar y aftersun, quemaduras, arañazos, vistas impresionantes, amaneceres y puestas de sol, familia, amigos que hemos hecho, pescaíto, marisco, intento de surf con olas de un metro, cervezas, copas, canciones a todo volumen, abrazos, mucho sueño, bailes, risas, llorar de alegría, andaluces con mucha labia, alemanes muy guapos, piernas como granito y unas ganas infinitas de quedarnos unos días más.

No puedo escribir un resumen del día a día y las mil anécdotas, pero sí de la necesidad que tenía por este viaje que ha sido impresionante en todos los sentidos, de desconectar, de estar rodeada de las personas que quiero, de volver con mucha más energía, positividad, y ganas por seguir haciendo lo que me gusta. He aprendido mucho, he sacado conclusiones para mejorar y dar mucho más. Me han mostrado que la debilidad a veces es buena para detenerse y centrarte en aquellas cosas y personas que realmente valen la pena y que todo esfuerzo tiene su recompensa tarde o temprano.

Y sobre todo, sin ti no hubiera sido lo mismo.
Gracias por estos maravillosos días.

De mi para mi acompañante.
Basado en unas minivacaciones.

miércoles, 29 de julio de 2015

Querido Miguel:

29/07/2015

Ahora que me has pasado tu correo electrónico podré escribirte todos los días, porque si no voy a verte en nuestro paseo diario, al menos mantenerte informado de mi aburrida vida en España y en breves te mandaré un resumen (eso sí, muy detallado) de todo lo que he hecho durante mis minivacaciones.

Nos despedimos el martes como si fuéramos a vernos al día siguiente. Estamos a lunes, a una hora escasa para que abandones España y no podía hacer otra cosa que llamarte para decirte lo que ya te echo de menos y lo duro que se van a hacer estos cinco meses (ahí es nada) sin ti.

Siempre hemos hablando de las escasas fronteras que nos queda por cruzar en nuestra amistad y creo que ésta va a ser la más importante de todas. Estar separados tanto tiempo cuando estás acostumbrada a ver a una persona todos los días me va a resultar como poco extraño y más si es una persona que para ti significa tanto. Mi mejor amigo. Y aunque ahora existan muchas formas de comunicación, ninguna supera a unas rondas de cañas y los helados caminando por la ciudad, los consejos, las risas, los lloros, TODO, no va a ser lo mismo y como ya te he dicho empezaré a tachar días en el calendario haciendo la cuenta atrás hasta tu esperada vuelta.


Te cuidado, no hagas nada que yo no haría.
Te quiero mucho pequeña marmota.

Y sobre todo, disfruta. ¡Remata México!



sábado, 18 de julio de 2015

Y lo entendí en ese momento.

Podía estar nerviosa en ese momento, podía estar temblando desde los pies a la cabeza. Podían no surgir las palabras acertadas de mi boca, podía estar diciendo estupideces todo el tiempo mientras en mi cabeza escuchaba la frase "para ya y cierra la boca".

Podía estar enfadada. Podía tener ganas de llorar, de mandar a todo y a todos al traste y evitar reconciliarme con el mundo. Podía estar dolida, intentando recomponer pedazos de un cristal que se ha roto con un sólo golpe.

Podía estar riendo a carcajadas. Podía estar bailando sola mientras canto a gritos la canción.

Y lo entendí en ese momento.

Sólo su brazo por mis hombros, o sus brazos por mi cintura. Y yo ocultando mi cara entre su cuello y su hombro. Y la tranquilidad se hacía presente.


De mi para esos abrazos.
Basado en momentos de calma.

viernes, 17 de julio de 2015

Ella.

Ya han pasado poco más de siete meses desde aquél nueve de enero. Es la primera vez que voy a escribir de ello directamente.


Me acaba de mandar una foto desde la terraza de la casa de Comillas en la que veo el mar. Creo que esa casa ha sido más un refugio donde buscar la calma y la tranquilidad que una casa de vacaciones en sí. Y a esa foto le acompañan dos más en las que me enseña sus adoradas y mimadas flores. Este año gracias a la ayuda de unos vecinos que las podaron en su momento, ella puede tener este año una gran cosecha de flores. Hortensias azules, rosas y blancas. La bugambilia. Las enredaderas. Y yo soy la más feliz del mundo sabiendo que ella está bien, que está descansando y que es feliz.

Estoy feliz y a la vez me invade la tristeza y las lágrimas salen solas y cuando apenas puedo ver el teclado me doy cuenta de cuánto la echo de menos. No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, y en mi caso debería decir "no te das cuenta de todo lo que es para ti una persona que siempre ha estado a tu lado hasta que casi estás a punto de perderla". No me gusta usar las palabras nunca y siempre, porque el destino es caprichoso, pero las personas más, y a veces nos dejamos llevar por los temibles arrebatos, pero hay un círculo de personas que son un siempre y nunca en sí mismas. Aquellas a las que siempre vas a intentar hacer feliz y a las que nunca quieres ver sufrir.Las que son un siempre en tu memoria y un nunca en el olvido.



De mi para ella.
Basado en ella.

miércoles, 15 de julio de 2015

Ahí.

Conjugas con una facilidad asombrosa el pasado y el presente hasta tal punto que obtienes mi futuro condicional. Ahora lo pintas todo tan bonito y no te das cuenta que una vez cogiste un cuadro perfectamente pintado y lo emborronaste posando tus manos en él. Y segundas partes nunca fueron buenas y a la milésima dejé de contar, porque era una sucesión de los errores anteriores y no hay artista que se quiera desvivir por arreglar tu desastre. Ni siquiera yo misma he podido restaurarme.

Todo el cariño que te tengo no sé si es merecido, pero sabes muy bien que a veces se convierte en odio cuando intentas aproximarte de más. Porque te quiero en un punto en el que hemos llegado a estar pero que no sabes permanecer en él durante mucho tiempo. Te quiero entre aquí y allí. Te quiero ahí.

Y si una vez pude decir que no había más oportunidades para que estuvieras cerca de la manera correcta, soy capaz de decírtelo una vez más si no consigues entender que la única forma sana y duradera es que ahora no te acerques demasiado. Pero ésta vez ya juega mi paciencia y porque si te soy sincera, nunca te he querido más lejos que en este momento. Porque de tanto consentirte te he malcriado cual niño pequeño.


De mi para José.
Basado en miles de tropiezos.


martes, 14 de julio de 2015

Lo que cuesta desprenderse de todo.

Es mi segundo verano que me toca trabajar, y nunca he tenido tantas ganas como este año de estar entre semana en la ciudad que se queda vacía para uso y goce propio, que llegue el mediodía del viernes, hacer la maleta y descansar dos días antes de volver a casa el domingo por la noche para retomar el trabajo. Es un placer mantener la cabeza todo un verano haciendo algo que te gusta y te motiva y a la vez apreciar cada segundo de los pocos días que tienes para desconectar. Significa que sigo una rutina, que no me da tiempo a olvidarme de mis funciones, que cocino para mi todo lo que me gusta, y que no me siento mal conmigo misma por estar sin hacer algo de provecho. Y sé que este verano voy a saber conjugar ambos extremos, el disfrute y la obligación, porque tengo la experiencia del año pasado que siempre es un punto a favor.

He tenido veranos y más veranos enteros frente al mar, y lo que de pequeña me parecía un paraíso y mi merecido descanso después del curso, ahora a veces es todo un infierno. Si antes no me importaba rebozarme en la arena, ahora no soporto notarla por el cuerpo. Bañarse y disfrutar de las olas consiste en evitar ser atropellada por quince personas con sus respectivas tablas. Y nunca he sido capaz de tumbarme a tomar el sol más de media hora y me dedico a pasear por la orilla como la gente mayor.
Los amigos que ves de año en año intentan resumir diez meses la primera noche de copas y con los que de verdad mantienes el contacto durante el invierno te conocen y saben perfectamente que lo que quieres, porque es lo mismo que quieren ellos, es darles un abrazo, tirar kilómetros con ellos y aparecer en la otra punta del país (o en alguna ciudad extranjera) y desahogarnos contando todo lo que nos ha pasado para cerrar de una vez el cajón. 

Podría decir que el verano supone para mi Nochevieja y Año Nuevo juntos. Despido lo malo mientras deseo un buen comienzo en septiembre. Al igual que la limpieza que hago siempre en torno a estas fechas de mi armario. Algo tan tonto como tirar ropa que ya no usas o no te vale se convierte en una metáfora de lo que cuesta desprenderse de todo. Porque sabes que a la vuelta te espera lo que no ha tenido tiempo para despedirse como se merece.

Menos mal que este verano va a volver a tocar norte y también sur. En pequeñas dosis, pero muy necesarias.


De mi para el verano. No te hagas largo ni corto. 
Basado en experiencias anteriores.

viernes, 10 de julio de 2015

Cuando bastan las miradas y sobran las palabras.

No sé cuántas veces he amanecido en la cama y la pregunta de oro es: "¿cómo ha podido llevarme desde el sofá hasta aquí sin enterarme?". Hay brazos únicos que dan abrazos y que reconfortan. Que te enganchan por la cintura en mitad de un lugar lleno de gente y te sientes protegida. Que te cogen cuando estás dormida y son como un colchón. Y al mismo tiempo lo acompañan manos que te acarician el pelo y te relajan, que dan masajes y te sientes como si hubieras pisado el paraíso. Que saben cómo, dónde y cuándo.

¿Y qué decir de tus ojos? Cuando bastan las miradas y sobran las palabras porque me has entendido a la perfección. ¿Y cómo describir la sensación que me produce ver que, cuando sonríes, tus mejillas hacen que tus ojos se entrecierren? Es una mezcla de diversión y felicidad verte contento y se multiplica por diez cuando la sonrisa se alza y se puede percibir un destello de auténtica alegría en tus pupilas, como cuando algo te hace especialmente ilusión y pareces un niño la noche de Reyes. Me gusta intentar hacerte feliz porque es intentar sacar todo lo bueno de ambos: intentar en el intento que intentes ser feliz. Y si lo consigo soy más feliz si cabe.

Me alivia saber que puedo hacer que te relajes cuando arrugas el ceño hablando y que no hagas caso omiso de mis palabras. Que de verdad me escuches, que no lleguemos a alzar la voz, que no seas de los que pierden la razón mientras ponen el grito en el cielo, que seas de los que están dispuestos a llegar a entenderse.

Que dijiste en su momento "vamos a intentarlo" y no te has echado atrás a la primera de cambio porque sabes en qué consiste ésto y que de vez en cuando va a haber algún que otro asalto.

Como para no poner la mano en el fuego por ti.


De mi para ti.
Basado en momentos.

miércoles, 8 de julio de 2015

Creer.

No creo que se pueda pasar de cero a cien en segundos. No creo porque es imposible. No creo porque eso no es amor, es atracción. Y quien base sus relaciones en atracción física es que está vacío por dentro. Suena cruel, pero nos reducimos a animales cada vez que nos dejamos guiar por los sentidos y apartamos la lógica y los sentimientos. Sería como ir determinados por la vida aferrados a instintos y naturaleza animal. Nos reducimos a la mínima expresión cuando desistimos de querer rascar la superficie de la otra persona sin llegar a conocer el motor que la impulsa. Yo creo en los ceros que se convierten en dieces (http://www.elcajondegatsby.com/de-cero-a-diez/) Creo en ser valiente y en arriesgar. Creo en ser personas.

Hay que sentir. Y a la vez que sentimos, hay que pensar. Por todo. Para todo. No quiero que haya un sólo instante o persona en mi vida que no me llegue a producir un sentimiento o un pensamiento. No soy nadie para tratar a las personas como objetos porque es algo que no concibo dentro del género humano. Sería una hipócrita conmigo misma si tratase a los demás como no quiero que me tratasen así, porque sé el daño que causa.

Creo que no sabemos el daño que nos hacemos mintiéndonos los unos a los otros y a nosotros mismos no siendo claros. Engañando y engañándonos pensando que la forma menos dolorosa de quitar una tirita es tirando poco a poco. Creo que no sabemos ser críticos o nos ponemos la venda en los ojos ante la decepción que causamos para no sentir nosotros ese mismo sentimiento al saber que hemos fallado. Creo que no sabemos pedir perdón y que no sabemos perdonar ni perdonarnos. Y ésto debería ser enseñado desde pequeños.

Creo que somos seres con demasiada frustración por dentro como para permitirnos el lujo de querer conseguir lo que nos propongamos. Creo que no nos creemos. Que nos han fallado y mentido tantas veces que estamos condicionados por el pasado y no hemos sabido extraer la experiencia, sino solamente el dolor. Creo que nos empeñamos tanto en encontrar la comodidad que se nos han olvidado la palabra esfuerzo por el camino. Creo que somos tan prudentes y vamos tan "a lo seguro", que estamos completamente desarmados ante un giro inesperado de acontecimientos que nos puede hacer volcar. 

Creo que no sabemos la dureza con la que el tiempo juega en nuestra contra, porque "el que no quiso cuando pudo, no podrá cuando quiera". Y nos ponemos el mundo por montera dejando pasar y que pasen de nosotros desechando y desechándonos al mismo tiempo, sin saber valorar ni valorarnos. 



"Si fuera fácil, lo haría cualquiera. Si fuera tan sencillo, estaría lleno de gente haciéndolo antes que tú. Y si no pareciese imposible, todo el mundo lo habría hecho ya. Por eso te sientes tan solo. Porque de aquí en adelante, tu única compañera realmente fiel se llama Soledad. Porque nadie cree que pueda conseguirse. Nadie, menos tú y alguno tan loco como tú. No te preocupes que los demás volverán, el día que ya no haya nada más que hacer. Si acaba bien, para apuntarse el tanto y explicarte el porqué de tu éxito. Y si acaba mal, para decirte que todo esto ya lo veían venir. Por eso tú a lo tuyo, tira millas. Que si fuese fácil, lo haría cualquiera. Si fuera tan sencillo, estaría lleno de gente haciéndolo antes que tú. Y si no pareciese imposible, todo el mundo lo haría hecho ya." 


Risto Mejide. 





De mi para las personas.
Basado en comportamientos animales.

lunes, 6 de julio de 2015

Huellas imborrables.

Digamos que existen huellas imborrables, que hay miradas que te atraviesan y te leen la mente, que hay personas cuya esencia capta adeptos. Son huracanes que pasan y no destruyen. Son personas en las que ves algo que te engancha y te empuja a descubrir nuevos puntos de vista, emociones y reacciones que nunca habías sentido. Personas en las que tienes tus cinco sentidos puestos. Porque tu no quieres gente que pase en balde por tu vida. Es querer conseguir aquello que piensas que es bueno para ti y vas a por ello sin dudarlo un segundo. Y al igual que vas buscando todo aquello que es bueno, vas a potenciar todas tus virtudes, vas a querer dar todo lo bueno de ti. 

Hay quien te hablará de juegos y estrategias cuando es mucho más fácil y sencillo. Y es que hay personas que confunden los conceptos dignidad con orgullo y amor propio con egoísmo. Y no. Con las personas con las que de verdad hay una relación no hay juegos, ni trampas, ni escudos y mucho menos armas de doble filo. 

Son personas que merecen la pena y la alegría también, que confían más en ti que tu mismo, o cuando quieres abandonar y te lo impiden. También son las que te avisan de la inminente caída pero no te evitan el golpe, porque ellos saben todo lo que vas a aprender mientras te levantas y lo que es más importante; lo aprendido por uno mismo vale por dos y se graba a fuego en la piel. Son los que te sacuden el polvo, los que van a recoger los restos pero no te van a poner la tirita porque al que le corresponde hacerlo es a ti. Se pondrán en tu piel y te darán su opinión y a la vez, porque te conocen, se van a adelantar a tus movimientos y saben lo que vas a hacer.

Con ellos la distancia se va a medir en el tiempo que hace que no te dan un abrazo, y no en kilómetros. Son esa valentía que a veces te abandona, aquellas con las que las horas no vuelan; se evaporan y desaparecen. Con las que no hay juegos, ni límites, ni balanzas, ni ganas de soltarse.





De mi para Miguel. Esta vez he podido escribir de un tirón.
Basado en despedidas muy próximas.

miércoles, 1 de julio de 2015

No lo sabes.

No sabes la ansiedad que me genera saber que en poco más de tres semanas te vas. No lo sabes. Sin darme cuenta julio ya está aquí y la despedida que me parecía tan lejana ahora se abalanza sobre nosotros y sobre todo la distancia que nos va a separar, que ya no podremos escribir "estoy en tu portal", "te paso a buscar" o "en cinco minutos en el Peni".

No sabes lo que te voy a echar de menos y no sabes las lágrimas que ya llevo derramadas intentando escribirte ésto. Y tengo que dejarlo aquí.

De mi para Miguel.