jueves, 30 de julio de 2015

En clave de jaque mate.

Quedar con mi amigo Luis tras estar sin vernos desde París supone ponernos al día en poco tiempo, contarnos rápidamente qué hemos hecho (y lo que no), pero sobre todo es una incesante sucesión de preguntas retóricas que ahora, en la tranquilidad de mi casa, bombardean mi cabeza.

En los viajes uno se distancia de su casa y de su ciudad para acercarse más a sí mismo, y todas esas cuestiones, dudas e inquietudes encuentran fácilmente la solución cuando son tomadas desde la distancia, muy lejos del ojo del huracán. Y si hay algo que me gusta, es compartir todos esos pensamientos con personas que a la vez que me conocen bien y que saben qué camino voy a tomar sin decírselo, también saben abrirte puertas que tú no has visto. Te sumergen en más preguntas basándose en tus respuestas, te hacen ir mucho mas allá y plantearte ángulos y puntos de vista que ni siquiera te habías imaginado. Y en vez de frustrarte, te alivia pensar que lo hacen por tu bien, que quieren que saques todo tu potencial, que no tomes una buena decisión, sino la mejor de todas.

Son amigos con los que la conversación se mantiene en clave de jaque mate.

Luis me conoce tan bien que sabe que no sé tomarme la medida algunas veces, y son tan escasas al igual que problemáticas. Porque si hay algo que no me gusta, no es no tener todo bajo control, sino no controlarme a mi misma a veces. Suena a oligofrenia severa, pero me refiero a los impulsos, a las emociones, a esa alegría que pasa a ser euforia o a esa tristeza que se asemeja a sentir hielo en el pecho. Y que sin quererlo, puede hacernos decir una mala palabra en el momento equivocado o simplemente no decir nada y llegar a deshora. Y es en ese momento en el que él es el defensor de las causas perdidas, como una que yo me sé. El que no tira la toalla, como una que yo me sé. El que te pregunta "pero, ¿tu has dado todo lo que sabes que puedes dar?", como yo.

Y entonces te das cuenta que, hasta los abanderados de las infinitas oportunidades y de los consecutivos intentos, necesitan a veces que les recuerden que hemos venido a jugar y a arriesgar. A dar todo lo mejor aunque también hayamos dado alguna vez lo peor.



De mi para Luis. Gracias.
Basado en reencuentros.


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