jueves, 23 de enero de 2014

Hogar.

A veces la venía a su mente un pensamiento inquietante y a la vez el más feliz de todos. ¿Quién podría decir que guarda en su retina la forma en la que sonreía para ella?. Y en ese momento se sentía única en todo el planeta. Millones de personas podrían visitar la gran muralla china, ver las puestas de sol en los acantilados irlandeses, contemplar las vistas desde lo alto de un rascacielos neoyorquino o abrumarse observando cada monumental escultura del Valle de los Reyes. Pero ella poseía sus surcos y cicatrices, sus gestos y manías, capaces de ser sentidos a través del escalofrío que la recorría el saber que ese instante sólo estaba reservado para ella y que nunca nadie podría apreciar tal maravilla.

Creía haber tenido todo lo que quería, pero ese simple momento la hizo pensar que tal vez había vivido siempre sin lo que ella en realidad necesitaba. Y se sintió como si por primera vez respirase y tan tranquila al saber que estaba aislada del peligro, que volvió a concebir la idea de poder llamar a unos brazos alrededor de su cintura hogar.

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