martes, 21 de enero de 2014

Sin querer.

El pasado a veces nos alcanza en forma de fechas en el calendario, de rincones en bares y de calles oscuras. De abrazos al amanecer, de películas vistas, de canciones y de todos aquellos postres compartidos. Recorren nuestra memoria como si fueran balazos; rápidos, directos y dando en la diana. No puedo evitar sentir un nudo en el estómago pensando que no fue una gran historia, pero sin saber cómo, te clavaste como una espina en la zarpa del león.

Ya sé que te comparo con balas y pinchos cuando en realidad no fuiste tan odioso como un dolor, pero no puedo acordarme de ti sin que me vengan a la memoria buenos momentos recubiertos del sabor más amargo de la frustrante derrota que supone perder habiendo apostado a una sola y desesperante carta. Y entran ganas de odiarte por ello.

No puedo evitar acordarme del pasado, de no haber sabido cortar por lo sano a tiempo. Porque, al igual que una cuerda en la que cada fibra va rompiéndose por el peso que aguanta, yo espero que caiga al vacío, que es mi olvido, del que no espero que vuelva ni lo deseo. Pero todavía pende de un hilo.


https://www.youtube.com/watch?v=Sod-dvKa8L0&feature=youtube_gdata_player

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