lunes, 8 de abril de 2013

Auténtica felicidad.

Sería feliz paseando por una playa sin gente a la orilla del mar con el atardecer en la lejanía jugando con los colores en el cielo, en una terraza mirando de reojo a la gente que pasa mientras leo un libro o en mitad de la multitud en un concierto.
Pero sé que si me dan a elegir un momento de auténtica felicidad, escogería estar entre las cuatro esquinas de una cama gigante, con un gran edredón blanco de plumas en una habitación con calefacción para evitar el frío invierno que todavía no quiere despedirse. Habría pósters y fotos sin marco por las paredes, algún que otro post-it con números de teléfono y recordatorios escritos. El silencio no exisitiría al tener un reproductor de música que no dejase de sonar y con la compañía de alguien con quien poder hablar toda la noche hasta que amanezca. ¡Ah!, y una cortina para evitar que el Sol me cegase por la mañana. Esto último sería imprescindible.
Sería mi pequeño rinconcito de felicidad, sin problemas, ni discusiones ni gritos. Unos pocos metros cuadrados en los que por unas horas o tal vez un par de días como mucho no existiría nada más. Pero no podría vivir en ese paraíso si fuese eterno, ya que se convertiría en mi rutina y es un momento tan perfecto que no podría joderlo de esa manera.
Volvería a tener que abandonar mi cama todos los días para aprender que esa nube en la que yo me siento la persona más feliz del mundo hay que ganársela con el esfuérzo de saber dar prioridad a las obligaciones del día a día. Y lo haría con el único pensamiento positivo de saber que volveré a estar tarde o temprano dentro de ese cuarto, con esa cama gigante, con ese edredón blanco de plumas, con la calefacción puesta, con los pósters, las fotos y los post-it por las paredes, el reproductor de música y con la compañía de alguien con quien poder hablar toda la noche hasta que amanezca.

Para el que está pensando ahora mismo en su instante de felicidad leyendo ésto, cuando te esfuerzas por lo que quieres y lo haces bien, la recompensa sabe mejor.

Y para el que comparte estos mismos momentos conmigo. Ese alguien. Piensa que tal vez estamos predestinados a ser felices juntos.

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