viernes, 22 de noviembre de 2013

Las ganas que tenía de saciar tus vacías mitades.

Tomas cualquier bebida que contenga azúcar menos café. Tal vez todo ese azúcar que te falta en tu día a día. Creíste en el amor cuando sólo era ilusión, capricho o necesidad. Y ahora, tras lo que yo he considerado tu muerte, te niegas a resucitar. Te has vuelto un cínico en cuanto a los sentimientos. Me sonríes y te ríes sin motivos y otras tantas sin ganas, y esa forma de hacerlo me hace saber dónde tienes la herida. Tal vez a mi lado pretendías huir.

Hacías el amor sin llegar a tocarme, pero quemándome por dentro. Sin apenas caricias, sin apenas delicadeza, mirando a otro lado o cerrando los ojos mientras yo no apartaba la mirada de ti. No sé si queriendo o no, pero has sabido llevar el juego a tu terreno, haciéndome sentir el visitante acobardado. ¿Qué te llevó a desechar al resto del mundo?. ¿Y a dejar de sentir?.

Diste pie a que mi cabeza fuera el escenario de una gran película, diste motivos, razones e ilusiones. Mostraste el salvavidas que tanto necesitaba y después me lo apartaste de la vista, tras haber vuelto a saltar al precipicio por ti.

Cada mes contigo, cada semana, cada hora, cada minuto, cada segundo se hacía más tarde para poder llegar a ti. Pero jamás se puede entrar donde no te abren la puerta, y colarme nunca ha sido muy propio de mi.

Pienso que hubo un momento, una persona mejor dicho, con la que no fuiste así.

Sólo te diré una cosa más. Ojalá hubieras podido reconocer en todos mis detalles las ganas que tenía de saciar tus vacías mitades. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario