jueves, 10 de octubre de 2013

Tres minutos y veintiocho segundos

Mi iPod sin quererlo, más que de canciones está lleno de recuerdos.

Cada estribillo es una frase que ha tenido su momento y cada vez que lo escucho, me transporta a un lugar y un tiempo determinado y por eso no quito ninguna de sus doscientas cincuenta y cuatro pistas, sólo aumentan cuando hay algo que de vedad merezca la pena no ser olvidado.

Hay días de playa, noches de fiesta, conciertos, tardes enteras o simplemente tres minutos y veintiocho segundos que permanecen en mi mente al ser la banda sonora de algún cruce de miradas sin conversación de por medio. Hay personas, aquellas que son importantes para mi o que lo han sido en algún instante o me han descubierto esa canción.

Tanto rock como baladas. Lentas o de esas que te dan ganas de gritar. Con las que se te escapa una lágrima o te echas a reír. También hay grabaciones de voz que se han colado y cuando las oigo sonrío.

Al que tiene un baúl de recuerdos. No lo pierdas. Nunca sabrás cuando vas a necesitar echar la vista atrás, aunque sea con una melodía.

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