sábado, 25 de mayo de 2013

Sin respiro.

¿Quién no ha sido tentado alguna vez en no abandonar la cama hasta destrozarla?. ¿En dejar las sábanas a los pies del abatido colchón empapadas en sudor, la almohada en el suelo y con el único deseo de no dejar a la otra persona sin fuerzas para moverse?.

Empezar a base de caricias brutas, besos acelerados, mordiscos y algún que otro golpe que no sea fuerte, sino los preliminares de la batalla que está a punto de desatarse. Que no sea lento y dulce; que sea frenético y deje sin respiro. Que en ese momento apetezca jugar, vendarle los ojos, atarle las manos y que las tuyas hagan de las suyas.

Que no haya reloj, ni el resto del mundo. Que no haya prisas si no es en quitarle al otro la ropa.

Para el que a veces quiere algo más de desenfreno.

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