martes, 30 de junio de 2015

Estar. II.

Seamos objetivos por un momento. Pensemos antes de actuar. Los que somos impulsivos tenemos ese don de tirarnos sin medir las consecuencias. Seamos objetivos con lo que es subjetivo, con las personas. No demos a nadie por sentado que espere siempre de nosotros lo mejor, porque también puede ser lo peor. Al igual que nosotros de ellos. En ello consiste el verbo estar. Estar porque hemos decidido que simplemente nos lo merecemos y no porque merezca la pena o la alegría. 

Pero tampoco colgarse la medalla al mérito, porque todo el mundo es general una vez acabada la batalla. Cada uno buscando su ritmo y su tiempo, pero no abandonar por encontrarse ni abandonarse por encontrar. No debemos cruzar hacia los extremos, sino andar entre ellos. Al igual que no hay límites más allá de los que queramos poner. Y delimitar reduce lo mismo que poner etiquetas.

Una vez que somos claros con nosotros mismos y con los demás, que empezamos a asentar bases, que hemos valorado los pros y contras, estamos realmente preparados para salir a actuar sabiendo que no todo está en nuestra mano y que hay que dejar que el tiempo y las personas interaccionen con nosotros. No demos por sentado que somos el camino, también hay que aprender a seguir la marcha de otros. Concedamos el beneficio de la duda, no juzguemos sin saber. No cerremos puertas sin saber muy bien el porqué. 


Y ahora te puedo decir, tras varios borradores e intentos por escribir, de intentar empaparme en música, libros y escritos, de pensar que había perdido la facilidad de trasformar pensamiento por escrito, que te he encontrado en todo aquello que intenté buscar en ti. Que no guardo un fiel recuerdo de tu cara, pero sí la sensación que sentía cuando estaba contigo. Y si. De repente al recordarlo me ha recorrido una oleada de escalofríos en pleno verano y los dedos en el teclado van solos. 

No tengo motivos para odiarte ni razones para quererte. Es la indiferencia que le sigue a la decepción. No es que no quiera sentir otra cosa, es que no puedo y no se puede cambiar un sentimiento por otro. Y a veces esa indiferencia se desvanece por el mal sabor de la rabia que supone no esforzarse por conseguir lo que te propones. Porque yo sé que no he puesto todo y que me ha faltado mucho.



Yo estoy. Aquí y ahora. Me he tomado la medida. Y no sé si hago bien, pero estoy dispuesta si veo que por tu parte hay intención de arriesgar. Y que salga el Sol por Antequera o por donde quiera, evitando condicionales, posibles y hablar en futuro y pasado. Partir de cero.


De mi para los que están. Que sigan estando.
De mi para los que no están. Que se arriesguen a estar.
Basado en esta misma noche, entre cortas cabezadas, vueltas por la cama, calor e insomnio, y amaneceres por la ventana.

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