martes, 17 de junio de 2014

Era perfecto.

Una cosa buena que he aprendido del tiempo es que, además de curar heridas, te hace comprender que los malos momentos se acaban olvidando y sólo quedan los buenos.

No te odio, ni te tengo asco, ni te maldigo, ni me digo a mi misma el falso consuelo que supone pensar que el que has salido perdido has sido tu, ni espero que vuelvas, ni rezo para que te des cuenta del error, ni espero que te vayan mal las cosas. Al contrario. Guardo un buen recuerdo de ti, sin rabia ni rencor.

Hoy me han hablado de dormir bien y no saben lo que era dormir contigo. Me he acordado de lo sencillo que era dormir a tu lado. De la perfecta combinación que hacíamos dormidos. Podía estar toda la noche quieta sin tener que moverme por el calor o buscando el edredón, ni buscando una y mil veces la postura para sentirme cómoda. Era sencillo. Era perfecto. Dejaba caer mi cuerpo junto al tuyo y podía dormir doce horas seguidas así. Tu a mi lado, tu brazo en mi nuca haciendo de almohada y el otro abrazándome, sin llegar a ser un peso muerto que no me dejase respirar ni una soga por la que sentirse prisionera. Era perfecto, al igual que tu respiración acompasada, silenciosa, y la temperatura de tu cuerpo. Me guarecía en ti, necesitaba tener mi espalda pegada a tu pecho y notaba tu corazón latir pausadamente. No me dabas calor, ni sentía frío. Era perfecto. Nos gustaba dormir sin luz que nos pudiera molestar, sin ningún ruido de fondo y nunca me soltabas.

Ahora echo de menos esas noches. Ahora temo no encontrar a una persona con la que sea capaz de sentirme así. Sabes que soy muy mía para algunas cosas y esta es una de ellas. Dudo si otra persona que no seas tu podrá volver a hacerme sentir así de cómoda entre sus brazos. Creo que va a ser complicado encontrarla.



No hay comentarios:

Publicar un comentario