jueves, 22 de octubre de 2015

Hoy.

"Dios, como te entiendo. Hoy sería el día perfecto para hacer la maleta y marcharse bien lejos." Y me abrazaste tan fuerte que me hiciste levantar los pies del suelo. Tras unos segundos abrazados, me contaste por qué querías huir y no me extraña.

Hoy me toca a mi. Yo también deseo alejarme. Sin embargo, cambio la ruta y me dirijo directa a por tu abrazo que es sinónimo de casa y a la vez de viaje, porque sigo aquí y sin embargo me parece que estoy a miles de kilómetros de distancia. Cobra sentido el dolor, las lágrimas y el cansancio cuando hay quien te reconforta de la manera que necesito para resurgir de las cenizas. 

Hoy, como cada día que me acoges cuando las fuerzas comienzan a abandonarme, es el punto de inflexión que hace que el día valga la pena y que nada pueda empeorarlo. 

Hoy, como cada vez que me das razones para levantarme, me demuestras una vez más todo lo que ya significas para mi.


Hoy, más que ayer.
Hoy no pienso en mañana.


De mi para todos esos "hoy". ¿Qué sería yo sin esos momentos en los que me aportas calma y tranquilidad?
Basado en días que nadie como él sabe alegrarlos.




Borrador.
2 de marzo del 2015. 
Y contigo cualquier día.

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