martes, 5 de enero de 2016

Los Reyes ya no son como antes.

Los Reyes ya no son como antes. Y no es que no sean como antes por saber de dónde provienen los regalos, ni porque se acaban las festividades. Ya no es lo mismo desde el año en que ya no nos reunimos toda la familia en casa de los abuelos para comer y abrir los regalos.

Mi abuela preparaba cocido que, junto al roscón, comías a toda prisa para seguir disfrutando de los juguetes. Y cuando mis regalos pasaron de ser cajas enormes a paquetes más pequeños y sin tanto cartón dentro, disfrutaba viendo a mis primas jugar y acababa jugando yo con ellas.

El año en que a uno de los nietos le traía Melchor la primera bicicleta, o Gaspar el socorrido pijama, o la tradición de Baltasar de recordarnos con carbón dulce que podíamos ser mejores para el próximo año. Son momentos que no se olvidan y sino están las fotografías para recordarlas con más nitidez.

Me invade la nostalgia y con ella la tristeza al saber que esos momentos no van a volver, pero como dice mi madre "eso cambiará en el momento en el que llegue a casa un miembro más". Los que ya no pueden seguir la tradición por los que vendrán.

Malditas enfermedades, y en especial el Alzheimer, que en estas fechas hace recordar tanto a la persona que fue el que la padece. En mi caso es la cabeza de la familia, la que nos reunía a todos alrededor de la mesa por su maravillosa forma de cocinar. 


De mi para los Reyes. Yo no pido nada, sólo que éste 2016 sea bueno con nosotros.
Basado en un año más, y ya son ocho, sin seguir la tradición.

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