miércoles, 12 de diciembre de 2012

Lobos.

Al igual que la rabia que se siente al entender que has caído sin darte cuenta y que tu mismo has marcado el destino que nunca quisiste enlazar contigo.
De donde estabas a donde estás ahora. Qué lejos. Y por intentar evitar lo malo, te acercaste a lo peor y tocaste el verdadero infierno. Porque la promesa jamás cumplida duele más que nada. Te arrastraron con palabras vacías pero hipnóticas y cautivadoras, el autoengaño más persistente y a la venda continua en los ojos.
Al menos antes sabías que la realidad era la que había, sin disfraces ni trucos. Y que, tras las acciones externas, no se encubría nada más que aquello que se veía.
Porque siempre se cumple, y es que aquél que va de bueno, resulta ser el más malo de todos. Y el que tiene buenas palabras, sabe manejarlas a su antojo.
Al que se disfrazó de oveja.

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